sábado, 14 de febrero de 2015

EL LOGO DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA

EXPLICACIÓN DEL LOGO DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA  Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA.

Vita consecrata in Ecclesiahodie, Evangelium, Phrophetia, Spes




Una paloma sostiene sobre su ala un globo poliédrico, mientras se posa sobre el fluir de las aguas de las que se levantan tres estrellas, custodiadas por la otra ala.


el logo para el año de la vida consagrada  expresa por medio de símbolos los valores fundamentales de la vida consagrada. En ella, se reconoce la '' obra incesante del Espíritu Santo, que a lo largo de los signos difunde las riquezas de la práctica de los consejos evangélicos a través de múltiples carismas, y que también por esta vía hace presente de modo perenne en la Iglesia y en el mundo, en el tiempo y en el espacio, el misterio de Cristo (VC 5).


El signo gráfico que dibuja el perfil de la paloma corresponde en árabe a la palabra Paz; una llamada a la vocación de la vida consagrada para que sea ejemplo de reconciliación universal en Cristo.   

    



LOS SÍMBOLOS EN EL LOGO 


(La paloma sobre las aguas)










La paloma pertenece a la simbologìa clásica para indicar la acción del Espíritu Santo, fuente de vida e inspirador de creatividad. Es una referencia a los comienzos de la historia: en el principio, el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas (Gn 1,1) la paloma, que planea sobre un mar hinchado de vida sin expresar, recuerda la fecundidad paciente y confiada; mientras que los signos que la rodean revelan la acción creadora y renovadora del Espíritu. la paloma evoca, además, la consagración de la humanidad de Cristo en el bautismo.


las aguas formadas por piezas de mosaico indican la complejidad y la armonía de los elementos humanos y cósmicos, que el Espíritu hace ''gemir'' según los misteriosos designios de Dios (Rm 8,27), para que converjan en el encuentro acogedor      














jueves, 12 de febrero de 2015

XXII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO

JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO







''el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo (Cristo), a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido sido curados'' 1 Pedro 2,24  


Febrero no es un mes más de los que trae el año, todo lo contrario, es la oportunidad apropiada para que regresemos nuestra mirada a nuestros hermanos y seres queridos, especialmente hacia aquellos que se encuentran enfermos o están sufriendo en su alma y cuerpo.



Los cristianos somos personas de carne y hueso y, por lo mismo, nuestra fe debe dar una respuesta y una voz de aliento ante el sufrimiento, la enfermedad y el dolor. puede que sea respuesta no siempre sea satisfactoria, pues no se acomoda a nuestro parecer, sin embargo, si seguimos la Palabra de Dios y el ejemplo de Cristo, podremos transmitir una voz de aliento y compañía a quien sufre y cariño para el abandonado, derrotando la lógica del mundo que busca acabar con los enfermos por considerarlos inútiles u objetos de gastos. 





La iglesia ama, acoge y respeta a los enfermos y sufrientes como seres humanos, por eso procura para ellos toda la atención pastoral que le sea posible y levanta su voz para defender sus derechos ante el Estado y los organismos de la salud. Siguiendo el ejemplo del Señor Jesús, quien pasó sanando a los enfermos y predicando el reino de Dios (Mt 4, 23), la iglesia se esfuerza por acompañar a quien sufre por medio de las capellanías, los hospitales, las casas de los adultos mayores, etc. La Iglesia  ha sido ajena al sufrimiento de las personas.



el mandato del Señor Jesús hizo a sus discípulos de '' ir y predicar el Evangelio'' (Mc 16, 15), no se limitaba a la predicación, sino que implicaba la ayuda al necesitado. Este mandato se extiende a nosotros con la Jornada Mundial del Enfermo, día con el que la Iglesia nos recuerda que somos cristianos y que no podemos desentendernos que quien sufre, todo lo contrario, debemos esforzarnos por mejorar su calidad de vida.




  

COMIENZO Y FINALIDAD DE LA JORNADA








Desde el año 1992 el Papa San Juan Pablo II convocó a toda la Iglesia para celebrar el 11 de febrero, día de Nuestra Señora de Lourdes, Patrona de los Enfermos, la Jornada Mundial de los Enfermos. Este deseo del Santo Padre se vio traducido en la creación del Consejo Pontificio para la Salud Sanitaria, como también de la vida de  sufrimiento y amor que llevó hasta la entrega de su espíritu al Padre en el año 2005. San Juan Pablo II testimonio con su vida que una persona con enfermedades es digna y útil para la sociedad, pero más importante, que el sufrimiento es un camino para la santidad, de ahí su documento Salvifici Doloris, sobre el sentido salvìfico del dolor humano.  



la finalidad de esta Jornada es llamar la atención  de todos los agentes de pastoral y organismos sanitarios para que llenen de respeto y amor a los enfermos y a las personas que sufren, dejando de ver en ellos un gasto o un numero más y con el objetivo de reconocerlos como seres humanos, como hijos de Dios Padre.







Es común para nosotros escuchar la expresión ''Pastoral de la Salud''; sin embargo, no siempre somos conscientes del alcance y significado de este espacio pastoral. La Pastoral de la Salud es, por sí misma, la continuadora de la obra sanadora y consoladora del amor del Señor Jesús; es, por lo tanto, un medio eficaz para acercar a quien sufre el amor misericordioso e incondicional de Dios Padre. La pregunta que debemos plantearnos es: ¿Nuestra Pastoral de la salud procura esto? Un adecuado acompañamiento a los enfermos involucra,  en la medida de las posibilidades, un acompañamiento integral de la persona sufriente, de su familia y de su contexto. Esta pastoral no puede contentarse con '' paños de agua tibia'', sino que debe evangelizar todos los ambientes que intervienen con quien sufre, especialmente su familia.








La Jornada Mundial del Enfermo es la oportunidad indicada para que meditemos sobre el valor y significado de la vida, lo mismo que de la enfermedad y la capacidad  que tenemos para asumirla y acompañarla con amor. No podemos creer que estemos totalmente preparados para ella, sin embargo, si podemos disponer nuestra vida para tener siempre una actitud de acogida y amor. Recordemos que la sanación y recuperación de quien sufre, corporal o espiritualmente, no se logra solo con medicamentos, sino que debe ir acompañada y sostenida por el amor y la paciencia.





Hermanos Misioneros de la Infancia Misionera, que esta Jornada Mundial del Enfermo nos ayude a ver en quienes sufren el rostro del Señor, de manera que la ayuda y el amor que les demos sea el mejor, y no  nos contentemos con un asistencialismo sin sentido. Que la Virgen Marìa, Nuestra Señora de Lourdes, proteja y llene de fortaleza a los que sufren y a sus familias, de modo que la enfermedad los una más entre sí y con Dios.





    

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON OCASIÓN DE LA XXIII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2015

Sapientia cordis. «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies»  (Jb 29,15)


Queridos hermanos y hermanas:


Con ocasión de la XXIII Jornada Mundial de Enfermo, instituida por san Juan Pablo II, me dirijo a vosotros que lleváis el peso de la enfermedad y de diferentes modos estáis unidos a la carne de Cristo sufriente; así como también a vosotros, profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario.


El tema de este año nos invita a meditar una expresión del Libro de Job: «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (29,15). Quisiera hacerlo en la perspectiva de la sapientia cordis, la sabiduría del corazón.

1. Esta sabiduría no es un conocimiento teórico, abstracto, fruto de razonamientos. Antes bien, como la describe Santiago en su Carta, es «pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía» (3,17). Por tanto, es una actitud infundida por el Espíritu Santo en la mente y en el corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los hermanos y reconoce en ellos la imagen de Dios. De manera que, hagamos nuestra la invocación del Salmo: «¡A contar nuestros días enséñanos / para que entre la sabiduría en nuestro corazón!» (Sal 90,12). En esta sapientia cordis, que es don de Dios, podemos resumir los frutos de la Jornada Mundial del Enfermo.



2. Sabiduría del corazón es servir al hermano. En el discurso de Job que contiene las palabras «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies», se pone en evidencia la dimensión de servicio a los necesitados de parte de este hombre justo, que goza de cierta autoridad y tiene un puesto de relieve entre los ancianos de la ciudad. Su talla moral se manifiesta en el servicio al pobre que pide ayuda, así como también en el ocuparse del huérfano y de la viuda (vv.12-13).


Cuántos cristianos dan testimonio también hoy, no con las palabras, sino con su vida radicada en una fe genuina, y son «ojos del ciego» y «del cojo los pies». Personas que están junto a los enfermos  que tienen necesidad de una asistencia continuada, de una ayuda para lavarse, para vestirse, para alimentarse. Este servicio, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, se puede volver fatigoso y pesado. Es relativamente fácil servir por algunos días, pero es difícil cuidar de una persona durante meses o incluso durante años, incluso cuando ella ya no es capaz de agradecer. Y, sin embargo, ¡qué gran camino de santificación es éste! En esos momentos se puede contar de modo particular con la cercanía del Señor, y se es también un apoyo especial para la misión de la Iglesia.


3. Sabiduría del corazón es estar con el hermano. El tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo. Es alabanza a Dios, que nos conforma a la imagen de su Hijo, el cual «no ha venido para ser servido, sino para servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28). Jesús mismo ha dicho: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22,27).



Pidamos con fe viva al Espíritu Santo que nos otorgue la gracia de comprender el valor del acompañamiento, con frecuencia silencioso, que nos lleva a dedicar tiempo a estas hermanas y a estos hermanos que, gracias a nuestra cercanía y a nuestro afecto, se sienten más amados y consolados. En cambio, qué gran mentira se esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la «calidad de vida», para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas.



4. Sabiduría del corazón es salir de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro. En el fondo, detrás de esta actitud hay frecuencia una fe tibia, que ha olvidado aquella palabra del Señor, que dice: «A mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).


Por esto, quisiera recordar una vez más «la absoluta prioridad de la “salida de sí hacia el otro” como uno de los mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritualcomo respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 179). De la misma naturaleza misionera de la Iglesia brotan «la caridad efectiva con el prójimo, la compasión que comprende, asiste y promueve» (ibíd.).



5. Sabiduría del corazón es ser solidarios con el hermano sin juzgarlo. La caridad tiene necesidad de tiempo. Tiempo para curar a los enfermos y tiempo para visitarles. Tiempo para estar junto a ellos, como hicieron los amigos de Job: «Luego se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande» (Jb2,13). Pero los amigos de Job escondían dentro de sí un juicio negativo sobre él: pensaban que su desventura era el castigo de Dios por una culpa suya. La caridad verdadera, en cambio, es participación que no juzga, que no pretende convertir al otro; es libre de aquella falsa humildad que en el fondo busca la aprobación y se complace del bien hecho.


La experiencia de Job encuentra su respuesta auténtica sólo en la Cruz de Jesús, acto supremo de solidaridad de Dios con nosotros, totalmente gratuito, totalmente misericordioso. Y esta respuesta de amor al drama del dolor humano, especialmente del dolor inocente, permanece para siempre impregnada en el cuerpo de Cristo resucitado, en sus llagas gloriosas, que son escándalo para la fe pero también son verificación de la fe (Cf. Homilía con ocasión de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, 27 de abril de 2014).



También cuando la enfermedad, la soledad y la incapacidad predominan sobre nuestra vida de donación, la experiencia del dolorpuede ser lugar privilegiado de la transmisión de la gracia y fuente para lograr y reforzar la sapientia cordis. Se comprende así cómo Job, al final de su experiencia, dirigiéndose a Dios puede afirmar: «Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos» (42,5). De igual modo, las personas sumidas en el misterio del sufrimiento y del dolor, acogido en la fe, pueden volverse testigos vivientes de una fe que permite habitar el mismo sufrimiento, aunque con su inteligencia el hombre no sea capaz de comprenderlo hasta el fondo.



6. Confío esta Jornada Mundial del Enfermo a la protección materna de María, que ha acogido en su seno y ha generado la Sabiduría encarnada, Jesucristo, nuestro Señor.


Oh María, Sede de la Sabiduría, intercede, como Madre nuestra por todos los enfermos y los que se ocupan de ellos. Haz que en el servicio al prójimo que sufre y a través de la misma experiencia del dolor, podamos acoger y hacer crecer en nosotros la verdadera sabiduría del corazón.



Acompaño esta súplica por todos vosotros con la Bendición Apostólica.


Vaticano, 30 de diciembre de 2014


Memorial de San Francisco Javier



                                                              FRANCISCUS












ESPIRITUALIDAD MISIONERA

 JESÙS SE NOS DA COMO ALIMENTO PARA PERMANECER EN NOSOTROS Objetivo:   Ayudar a los niños y niñas para que comprendan, que para ser testigos...