SAN JUAN BOSCO
El lapso de Don Bosco (1815 - 1888) coincide con lo que en la Historia de I es
conocido como el periodo de unificación italiana o
el resurgimiento italiano (1815 - 1914).
Si bien se dice que Don Bosco era italiano, en realidad lo fue sólo desde que
se declaró definitivamente el Reinado de Italia en .
Anterior a esto, Don Bosco era un ciudadano del Reino de Piamonte Cerdeña.
La mayoría de los
estados en los que se dividía la Península de Itálica estaban
ligados a dinastías consideradas como «no-italianas», entre ellas los Habsburgo y los Borbon. El Reino Piamonte-Cerdeña en cambio estaba regido por
la Casa de los Saboyas, los
únicos que fueron considerados auténticamente «italianos», razón por la cual
llegaron a ostentar el título de «Rey de Italia». Por otra parte, la Iglesia Catolica ejercía
soberanía sobre varios estados del sur de la Península conocidos como Estados Pontificios y
los cuales serían integrados al Reino de Italia en 1870, lo que incluyó a Roma,
solicitada por los nacionalistas como la capital de la nueva unidad política.
Don Bosco nació en uno de los estados claves dentro del proceso de unificación
italiana, bajo el reinado directo de los Saboya.
Turín
Como
capital del Reino Piamonte-Cerdeña, Turín era
una ciudad de enorme importancia y actividad política y económica durante
el siglo XIX.
Fue la capital del Reino de Italia bajo Víctor Manuel II y vivió una
rápida época de transformaciones y renovación bajo Cavour a
partir de 1850.
Esta enorme importancia desde la ciudad piamontés atraería
a lo largo del siglo la emigración campesina y en especial de niños y jóvenes
empobrecidos que terminaban contratados de manera irregular en fábricas, el
campo estaba empobrecido a causa de las guerras napoleónicas que agobiaron el
Piamonte hasta principios del siglo. Don Bosco llegaría a Turín en 1841, año de su
ordenación y justo en el momento en que la ciudad comenzaba su desarrollo
industrial, como en muchos centros europeos y norteamericanos. Su figura
llegaría a ser con el tiempo emblemática en la ciudad piamontesa, sobre todo
con el desarrollo de su obra en Valdocco.
Pontificado
Entre
los papas del
siglo XIX, uno tendría especial importancia en la historia de la unificación
italiana y en la vida de Don Bosco y su obra: S.S. Beato Pío IX (1792 - 1878), quien obstenta el
pontificado más largo de la historia (31 años entre 1846 y 1878), fue el último
«Papa-Rey» de los Estados Pontificios.
El siglo XIX
El siglo XIX fue
un siglo de profundas transformaciones mundiales y revoluciones en todos los sentidos.
Durante este tiempo las consecuencias más importantes de la Revolución
francesa tomarían lugar especialmente con el avance de
los nacionalismos en Europa y
el nacimiento de las repúblicas americanas.
Sería el siglo de las revoluciones industriales, el desarrollo del concepto
moderno de democracia,
el siglo de grandes inventos, del materialismo dialéctico y del impresionismo artístico.
Cuando Don Bosco nació en 1815, el Imperio español,
primero sometido a las ambiciones napoleónicas y
después debilitado, se enfrentaba al avance del nacionalismo criollo en Hispanoamérica que
llevaría al nacimiento de nuevas repúblicas declaradas varias décadas antes de
la misma italiana y que jugarían un papel primordial en el desarrollo del
carisma salesiano. Pero mientras América se
liberaba del colonialismo europeo, África y Asia eran repartidas
por el colonialismo europeo.
Infancia
Francisco
Luis había sido viudo y tenía un hijo, Antonio Bosco, antes de su segundo
matrimonio con Margarita. Una hija de su primer matrimonio, Teresa, había
muerto en su infancia. Margarita Occhiena tuvo dos hijos con Francisco: el
primero fue José (1813 - 1862) y el segundo Juan
Melchor. En la casa vivía también la madre de Francisco Luis cuyo nombre era
también Margarita.
Los Bosco de I Becchi eran en realidad una familia del campo que sobrevivía
como peones de la familia Biglione. El 11 de mayo de 1817, cuando Juan tenía
21 meses de edad, Francisco falleció a causa de una pulmonía. La
responsabilidad de la familia quedó en manos de su madre, Margarita.
Margarita Occhiena
El protagonismo en la
formación de la infancia de Juan recaería entonces en manos de su madre. Una
mujer de un férreo carácter, una sólida devoción y una intensa fidelidad a su
familia. No buscó un segundo matrimonio, sino que sola se dedicó a formar a sus
tres hijos varones entre los que entraba Antonio, el cual quedó huérfano de
padre y madre. La manera en que Margarita defendió a sus hijos en medio de la
pobreza y el espíritu de disciplina y devoción que les impartió, tendrían mucho
que ver en el futuro apostolado de Don Bosco.
Tras la Revolución,
los franceses trataron de ocupar el Piamonte en contra del Imperio
austríaco lo que hizo de este un campo de batallas e
inestabilidad que terminarían en 1815, precisamente el año
en que nació Juan. Estas guerras dejarían los campos devastados y la amenaza de
hambrunas que Margarita tendría que enfrentar con sus hijos.
Otra situación que la
madre de Don Bosco tuvo que afrontar fue la educación de Antonio, hijo de
Francisco y de su primera esposa. Con la muerte de Francisco el niño había quedado
huérfano de padre y madre y a la caridad de su madrastra que, por fortuna, lo
acogió como a un hijo y le dio la prioridad de hijo primogénito. Sin embargo,
Antonio Bosco no superaría completamente su orfandad y se mostraría huraño
dentro del contexto de la familia para oponerse con frecuencia a los sueños de
Juan, su hermano menor.
El
sueño de los nueve años
En 1825 Juan tendría
una experiencia que marcaría su vida y que ha sido registrada como «el
sueño de los nueve años». Él mismo abriría la vida de Juan a un aspecto que
ha sido objeto de estudio en la vida de Don Bosco: sus sueños premonitorios. En
particular este primer sueño ha sido señalado como la descripción de lo que
sería su misión entre los jóvenes más necesitados. Don Bosco mismo describió
dicho sueño:
Cuando tenía
nueve años, tuve un sueño... ¡Este sueño me acompañó a lo largo de toda mi
vida! Me pareció estar en un lugar cerca de mi casa, era como un gran patio de
juego de la escuela. Había muchos muchachos, algunos de ellos decían malas
palabras, Yo me lancé hacia ellos golpeándoles con mis puños. Fue entonces
cuando apareció un Personaje que me dijo: «No con puños, sino con
amabilidad vencerás a estos muchachos» Yo tenía sólo nueve años.
¿Quién me estaba pidiendo a hacer algo imposible? Él me respondió: «Yo
soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día.
Mi Nombre pregúntaselo a mi Madre». De repente apareció una Mujer de
majestuosa presencia. Yo estaba confundido. El me llevó hacia ella y me tomó de
la mano. Me di cuenta que todos los niños habían desaparecido y en su lugar vi
todo tipo de animales: perros, gatos, osos, lobos... Ella me dijo: «Hazte
humilde, fuerte y robusto… y lo que tú ves que sucede a estos animales , tú lo
tendrás que hacer con mis hijos». Miré alrededor y vi que los animales
salvajes se habían convertido en mansos corderos ... Yo no entendí nada… y
pregunté a la Señora que me lo explicara... Ella me dijo: «A su tiempo
lo comprenderás todo».
Los
sueños marcarían la vida de Don Bosco y los mismos han sido motivo de estudios
ya desde su tiempo. Pero en especial este sueño ha sido el derrotero de su
apostolado, pese a que Juan no lo entendió muy bien y tuvo diferentes
interpretaciones en el seno de su familia. Sería sólo hasta 1846 cuando el
padre Cafasso le
aconsejaría darle crédito a sus sueños como parte de un plan divino en
beneficio de las almas.Especialmente
la frase «no con puños, sino con amabilidad vencerás a estos muchachos» será
la base del futuro sistema preventivo de
Don Bosco y su inspiración en la espiritualidad salesiana.
Primeros
estudios
El
deseo de estudiar y salir adelante son características en la vida de Juan
durante este período. Para luchar por la realización de sus sueños, tendría que
enfrentarse a los obstáculos que provenían de la situación de pobreza de su
familia y de la oposición de su hermano Antonio que lo prefería en las faenas
del campo. Ni Antonio ni José irían a la escuela. Juan en cambio sí lo hará
gracias a la tenacidad de su personalidad y a la ayuda de su madre.
En 1828 deja
I Becchi y va a trabajar como pastor a casa de una familia Moglia en Moncucco,
distante ocho kilómetros. Desde su niñez, Juan demuestra un espíritu de
liderazgo y las características del que sería su apostolado entre los jóvenes
al reunir niños y jóvenes en los ratos libres y entretenerlos con actos de
malabarismo y anécdotas con mensajes formativos. También comienza en ese tiempo
a insistir en la idea del sacerdocio, hecho este que demostraría con una gran
devoción y asistencia sacramental.
En noviembre de 1829 Juan
se encontraría con un anciano sacerdote, Melchor Calosso, quien admiraría en el
joven su inteligencia y devoción y le prometería ver por sus estudios, pero
murió el 21 de
noviembre de 1830. Con la perspectiva
del matrimonio de su hermano Antonio, Margarita divide la propiedad y deja la
casa de I Becchi a su hijastro mientras ella va a vivir con José a Sussambrino.
Este acontecimiento posibilita que Juan pueda asistir por fin a la escuela
en Castelnuovo, lo que hizo que el muchacho
tuviera que caminar cinco kilómetros cuatro veces por día.
El 4 de
noviembre de 1831 comienza sus
estudios secundarios en Chieri, a
12 kilómetros de Castelnuovo de Asti y para pagar las 12 liras mensuales, Juan
recorre las aldeas pidiendo ayudas, sin embargo, su memoria prodigiosa y su
dedicación al estudio, bien lo hacen centro de aprecio en la región. Al
realizar diversos trabajos para pagarse sus estudios, Juan aprende pastelería, sastrería, ferretería, zapatería y
muchos otros oficios que después le servirían para sus muchachos. Se convierte
además en maestro del teatro,música, prestidigitación y
funda un movimiento juvenil al que llama «La Sociedad de la Alegría».
Es promovido varias veces en el colegio y es sin duda el mejor estudiante.
Formación
sacerdotal
Preocupado por sus
escasos recursos económicos que le imposibilitaban seguir la formación
sacerdotal, Juan decide ingresar a los franciscanos el 18 de abril de 1834. Su decisión cambió
radicalmente debido a un sueño en donde veía frailes que lo desaconsejaban de
ello. Con la orientación del padre José Cafasso y
la ayuda del padre Cinzano, Juan ingresó al Seminario Diocesano de Chieri el 30 de octubre de 1835, tenía 20 años.
En el siglo XIX, la
Iglesia Católica europea estuvo fuertemente influenciada por un movimiento
espiritual y teológico conocido como el Jansenismo fundado
en el siglo XVII por
el obispo Cornelio
Jansen (1585 - 1638) y que creó un
fuerte rigorismo moral basado en una interpretación literal de los textos
de Agustín de
Hipona. La ascética era
la base de su espiritualidad que los alejaba de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía mientras
promulgaban por un rigorismo moral extremo. Cuando Juan ingresó al Seminario de
Chieri, esta posición teológica estaba en su apogeo en el Piamonte y al mismo
tiempo era objeto de combate por notables personajes como el padre Cafasso,
quien fue confesor de Don Bosco y por parte de los jesuitas,
los que lograron que la Iglesia condenara dicha tendencia teológica.
Si
bien el joven Juan Bosco sufrió el rigor del jansenismo en su formación
sacerdotal en Chieri al someterse él mismo a penitencias extremas, ascetismo,
la abstención al deporte y la elección limitada de amigos, la búsqueda diaria
de la comunión desaconsejada
por dicha corriente (sacrificaba el desayuno por ir a comulgar a la Iglesia de
San Felipe) es visto como una muestra de que el joven seminarista tenía otra
percepción de la Gracia en
ámbito teológico católico. Una prueba de ello expuesta por sus biógrafos es que
al final de su formación sacerdotal escoge entre sus propósitos a San Francisco de Sales como modelo de
amabilidad. El Santo Obispo de Annecy,
con la teología espiritual salesiana, fue una de las más destacadas respuestas
al rigorismo jansenista en la época del apogeo de dicha corriente y sería uno
de los pilares fundamentales del apostolado de Don Bosco al punto de darle su
nombre a la Congregación que fundaría posteriormente en favor de los jóvenes.
Uno de los momentos
más destacados de la vida de Juan en el Seminario fue su amistad con Luis Comollo quien
murió prematuramente en 1839 y
del cual Don Bosco escribiría un recuento de su corta vida.
De esta manera el
joven seminarista Bosco de Asti fue ordenado sacerdote el 5 de junio de 1841 por Monseñor
Franzoni, arzobispo de Turín, en la capilla privada arzobispal. Celebró su
primera Eucaristía en la Iglesia de San Francisco de Asís en Turín, ante el
altar del Ángel de la
Guardia.
El
joven sacerdote, Don Bosco tenía 26 años cuando se ordenó. Se transladó a Turín
en donde acepta la sugerencia de su confesor, el padre Calosso, de adelantar
tres años más de estudios en el Instituto Pastoral fundado por él («Convitto
Eclesiastico» en italiano), cerca de la Iglesia de San Francisco de Asís. El
propósito de dichos estudios era profundizar en la tarea sacerdotal, la
teología moral y la predicación.
Al mismo tiempo prestaba servicios pastorales en diferentes centros de la
ciudad, lo que le permitiría conocer la realidad juvenil de la misma.
Según estadísticas de la época, cuando el joven Don Bosco llegó a Turín en
noviembre de 1841 había 7148
niños menores de 10 años empleados como constructores, sastres, carpinteros,
pintores de brocha, limpiadores de chimeneas y
muchos otros oficios. Se trataba de la revolución industrial que comenzaba a
dar sus frutos en la capital saboyana y en donde los obreros tenían que
trabajar hasta 14 horas por pobres salarios de máximo 30 liras semestrales
de la época. Por su parte, las cárceles turineses estaban atestadas de
muchachos tan jóvenes como 12 años en condiciones de hacinamiento. El joven
sacerdote de origen campesino se dejó pronto impresionar por esta realidad con
la que él mismo se identificaba y rechazó numerosas ofertas que le hubieran
podido garantizar una vida de bienestar y tranquilidad entre la burguesía de
la ciudad.
Bartolomé
Garelli
El 8 de diciembre de 1841 Don Bosco tuvo
un encuentro que se haría significativo para su futura obra. Se trata de un
muchacho que sólo aparece en su biografía esa vez, pero que para Don Bosco,
siempre sensible a los signos de su cotidianidad que veía siempre desde una
óptica de fe, le abrirían las puertas a la realización de la misión descrita en
el sueño de los nueve años. Don Bosco, recién ingresado al
Instituto Pastoral del padre Cafasso, fue a celebrar ese día la Eucaristía en
la Iglesia de San Francisco de Asís y encontró al sacristán Comotti
maltratando a un muchacho de 16 años de nombre Bartolomé Garelli porque no
sabía acolitar.
Defendido por Don Bosco el muchacho le confesó que no había recibido la
Primera Comunión, que no conocía el catecismo y
que era pobre y abandonado. Después de la Misa,
Don Bosco le dio las primeras lecciones de catecismo y al siguiente domingo
Garelli regresó con 20 muchachos que llegaron a ser 80 en marzo del año
siguiente. Fue el inicio del Oratorio de
Don Bosco que, sin embargo, no tuvo
todo el respaldo de la ciudadanía ni de la Iglesia en sus inicios. Para muchos
Don Bosco planeaba una revolución con
esos muchachos abandonados dispuestos a todo, para otros el joven sacerdote
robaba la feligresía de las diferentes parroquias de donde provenían los
muchachos y por último, para otros Don Bosco había perdido la razón. El padre
Borel le sugirió que redujera el grupo a 20 muchachos, el Marqués de Cavour le
advirtió que estaba perdiendo el tiempo y los sacerdotes Vincenzo Ponzati y
Luis Nasi hicieron cuidadosos arreglos para ingresarlo en un hospital mental.
Don
Bosco tiene entonces que enfrentarse a la sospecha y la antipatía de muchos que
no entendían cómo un sacerdote iba por las calles con muchachos de tan baja
clase social. Comienza entonces la fase nómada del
Oratorio a través de Turín: primero en algunos espacios de la Iglesia de San
Francisco de Asís y en los patios del Instituto Pastoral de Calosso, después
organizaba sus actividades en las calles y en las afueras de la ciudad. Pasó
con sus muchachos a la Capilla de San Francisco de Sales en el Hospital de
Santa Filomena del Internado para niñas de la Marquesa de
Barolo en donde además predicaba y confesaba. En mayo
de 1845 con 400
muchachos, se reúne en los predios del cementerio abandonado de la Iglesia de
San Pedro, cerca de la Capilla de San Martín. En ese lugar Don Bosco conocería
a otro muchacho de una gran importancia en la vida salesiana: Miguel Rúa,
quien llegaría a ser su mano derecha y su primer sucesor. Después arrendó
algunas habitaciones de la casa del padre Moretta y por último arrendó el campo
de los hermanos Filippi.
El 5 de abril de 1846, un día antes de que
se venciera el plazo para abandonar el Campo de los Filippi con sus muchachos,
Pancrazio Soave lo llevó a los predios de Francisco Pinardi y
Don Bosco le dio 350 francos por una franja de tierra: una nueva fase de su
sueño comenzaría para él y sus muchachos.
La Casa Pinardi estaba
ubicada en Valdocco y sería allí en donde Don Bosco centraría el desarrollo de
su apostolado. Valdocco se convertiría en un nombre de fama mundial y a él se
asociarían con el tiempo el nombre de grandes personalidades de la misión
salesiana. Las adaptaciones al edificio y al terreno para el Oratorio fueran
hechas por él mismo y sus muchachos. El 12 de abril de 1846 el Arzobispo
bendijo la capilla y aumentó el número de muchachos, especialmente los
domingos. El Conde de Cavour, temeroso de que fuera el principio de una
contrarrevolución religiosa liderada por Don Bosco, intentó prohibir el
Oratorio, pero en su auxilio llegó la orden favorable del rey Carlos Alberto. La intensidad de su
trabajo desinteresado en favor de sus muchachos, deterioró bien pronto su salud
y Don Bosco estuvo a las puertas de la muerte. En dicha ocasión, las
manifestaciones de afecto de los jóvenes se hicieron significativamente
evidentes especialmente en intensas oraciones, ayunos y promesas hechas cerca
de la habitación de convalecencia del joven sacerdote. Don Bosco se recuperó de
manera extraordinaria y de dicho evento Don Bosco afirmaba que se trataba de
un milagro obrado
por sus muchachos. Después de pasar un periodo de descanso en su casa, regresa
a Turín el 3 de
noviembre de 1846, pero esta vez no
regresaba solo: con él venía su madre, Margarita
Occhiena, que con 58 años de edad venía a darle una mano al
sueño de su hijo. Los muchachos, muchos de ellos huérfanos, comenzarían a
llamarla «Mamá Margarita» y con ese nombre será recordada por
la tradición salesiana.
Oratorio
de Don Bosco
El
Oratorio de Don Bosco se desarrolla entonces como un espacio en donde los
muchachos podían aprender un oficio útil, asistir a los sacramentos y tener un
patio para jugar sanamente con los amigos. Desde el principio Don Bosco puso en
el centro de su obra la figura de San Francisco de
Sales como modelo de amabilidad, dulzura y
espiritualidad religiosa. Visitaba las fábricas en donde trabajaban sus
muchachos para garantizar de que no fueran víctimas de explotación, buscaba
trabajos dignos para muchos de ellos para lo cual hacía que los empleadores
firmaran con él tratados que garantizaran los derechos de los muchachos
anticipándose así a la legislación laboral internacional. Planeaba retiros
espirituales para muchachos obreros y en 1847 elaboró el
primer reglamento del Oratorio.
En
mayo de 1847 comienza una
nueva dimensión en el Oratorio. Hasta entonces los muchachos tenían que
buscarse por su propia cuenta el dormitorio, muchos de ellos lo hacían en la
calle. Bajo petición del joven Alejandro Percamona, un muchacho huérfano que le
pidió posada, Don Bosco y con la intervención de Mamá Margarita, inician el
proyecto del internado en Valdocco.
En
mayo de 1847 La primera
experiencia de extensión de su apostolado la vivió en la misma Turín, cuando
ese mismo año abre el Oratorio de San Luis en Porta Nova y el del Ángel
Guardian en Vanchiglia dos años
después. En tanto comenzó las construcciones de una nueva capilla para
reemplazar la inicial. La idea de crear los talleres dentro del Oratorio nace
de la necesidad de sacar a los muchachos de los trabajos en las fábricas. A
partir de 1853comienza la
construcción de talleres de calzado, sastrería, carpintería, imprenta y
metalistería. Gracias a esto, 300 muchachos dejaron de trabajar en las
fábricas. Para 1869 habían 375
internos y entre 1854 y ese año se
contaban ya más de 800 muchachos que habían pasado por el internado.
comienza
una nueva dimensión en el Oratorio. Hasta entonces los muchachos tenían que
buscarse por su propia cuenta el dormitorio, muchos de ellos lo hacían en la
calle. Bajo petición del joven Alejandro Percamona, un muchacho huérfano que le
pidió posada, Don Bosco y con la intervención de Mamá Margarita, inician el
proyecto del internado en Valdocco.
Con
la ayuda de un seminarista, Francesia, Don Bosco comienza también a dar clases
dentro del Oratorio y para 1860 tiene
completa la educación media para sus muchachos insistiendo en que sus estudios
fueran los mejores. De la calidad educativa de esta primera escuela de Don
Bosco se tiene el comentario de un profesor universitario de Turín: «En
el lugar de Don Bosco usted tiene que estudiar, realmente estudiar».Por
otra parte, la situación difícil que enfrentaba en aquella época el avance del
nacionalismo italiano no pocas veces hostil a la Iglesia, causó que los seminarios fueran
cerrados, en no pocas ocasiones el Arzobispo de Turín fue exiliado y las
órdenes religiosas perseguidas. Por el contrario, el Oratorio de Don Bosco ganó
pronto un sólido prestigio entre las autoridades civiles por el tipo de trabajo
que tenía mucho que ver con la promoción
social de jóvenes marginales. Esta misma situación hizo
que el Oratorio se convirtiera además en un oasis para la Iglesia y por esta
razón muchos seminaristas diocesanos y
religiosos fueran enviados a seguir sus estudios de formación sacerdotal con
Don Bosco. En 1861 se ordenaron 34
jóvenes sacerdotes formados por Don Bosco para la Arquidiócesis de Turín y
según estadísticas del tiempo Don
Bosco dio a la Iglesia un número total de 2500 sacerdotes. Otra fuente, en
cambio, señala que fueron 6 mil en el lapso de 34 años.
Si
bien Don Bosco era un sacerdote diocesano, comienza a desarrollar la idea de
una comunidad religiosa que pudiera continuar su misión. Pero semejante plan
era contraproducente en una época en la que se agudizaba la lucha entre el
poder del Estado y de la Iglesia.
En 1855 Urban Ratazzi,
un gobernador declarado anticlerical,
hizo aprobar una ley en la cual suprimía 35 órdenes religiosas, cerraba 334
casas religiosas, dispersaba 5.456 sacerdotes y religiosos y los privaba de sus
derechos civiles. Por otro lado, el Estado exigía el derecho de elegir
al obispo.
Lo más sorprendente es que fue el mismo Ratazzi quien aconsejó a Don Bosco cómo
fundar su Congregación de tal manera que no se enfrentara con la legislación
civil, otro elemento de la vida extraordinara de este sacerdote. Su consejo fue
que formara una sociedad clerical, una asociación de ciudadanos libres que en
lo religioso dependiera de la Iglesia, y en lo social fueran libres ciudadanos.
Es por esta razón que la Congregación Salesiana ideada por Don Bosco tiene
elementos que no entran en conflicto con la sociedad civil y que serían claves
en la expansión del carisma en los cinco continentes y a lo largo de las
décadas siguientes. Es por ello que el nombre oficial de los salesianos
es «Sociedad de San Francisco de Sales». Don Bosco evitó por
ejemplo llamar a los laicos
consagrados como Fray o Hermano para
llamarlos simplemente «Señor» y no les puso hábito distintivo, mientras en la
organización de la autoridad religiosa no llamó a los superiores como prior, Provincial o Superior
General, sino Director, Inspector y Rector Mayor y
no hablaba de Convento y Provincia, sino de Casa eInspectoría,
entre muchas otras particularidades que son términos civiles más que
religiosos.
Los
primeros jóvenes, miembros del Oratorio de Valdocco, fueron Miguel Rúa, Juan Cagliero,
Francesia, Angelo Savio, Rocchietti, Turchi y otros que aceptaron la propuesta
de Don Bosco. El 26 de enero de 1854 hicieron la
promesa inicial en la fundación de los que Don Bosco llamó sin dudas los salesianos en
honor de San Francisco de
Sales. El 25 de marzo de 1855 el joven Miguel
Rua sería el primero en hacer sus Votos,
seguido después por el resto. Para el 9 de
diciembre de 1856 Don Bosco se
refería de manera abierta a su Congregación que recibió la aprobación de
S.S. Pío IX en 1858. Para el 14 de mayo de 1862 Don Bosco recibió
los votos de 22 jóvenes entre los cuales dos lo hacían como coadjutores,
la manera en la que Don Bosco llamó a los laicos consagrados salesianos. A
estos les diría que el propósito de la Congregación Salesiana era la de buscar
la santificación personal y
continuar el trabajo en favor de los muchachos, especialmente aquellos más
necesitados de instrucción y educación.Los inicios de la Congregación Salesiana
de Don Bosco no fueron fáciles y le trajeron serios problemas, especialmente en
lo concerniente a su aprobación definitiva. Sin embargo, comenzó la fundación
de varias casas salesianas primero en Piamonte: Lanzo en 1864, Cherasco y Alassio en 1869, Valsalice en 1872 y Vallecrosia en 1875. El primer país
extranjero en recibir a los salesianos de Don Bosco fue Francia con
casas en Niza en 1875, Marsella en 1878 y París en 1884. Para enero de 1863 había 39
salesianos, 80 en 1865, 320 en 1874 y 768 en 1888, año de la muerte de
Don Bosco.
Hijas de
María Auxiliadora
Hasta entonces había
centrado todas sus fuerzas apostólicas y recursos posibles a La otra obra
perenne de Don Bosco fue la fundación de las Hijas de María Auxiliadora. los muchachos.
Gracias a un sueño en el que la Virgen
María le pide interesarse también por las muchachas,
Don Bosco ve la oportunidad de hacer ese sueño realidad cuando conoce al
padre Pestarino quien
le habla de María Dominga Mazzarello,
una muchacha de su parroquia, Mornés,
que demuestra una gran devoción y carisma por las jóvenes más necesitadas.
El 8 de
octubre de 1864 Don
Bosco se encontraría con la joven Mazzarello de Mornés y de dicho encuentro
vendría a la luz la fundación del Instituto de hermanas que harían del carisma
salesiano una oportunidad también para las muchachas.
En diciembre de 1877
llega a Uruguay la primera expedición misionera de las Hijas de María
Auxiliadora en América. Se instalan en Villa Colón (Montevideo).
Don Bosco en el mundo
Bien pronto las obras de Don Bosco serían conocidas en
numerosos países. La situación de inestabilidad política en el Piamonte
ocasionó que numerosas familias de esa región emigraran a Latinoamérica. De la misma manera, el aprecio y
prestigio de Don Bosco le ganó la simpatía de notables personajes como el Papa
Pío IX que lo llamaba «el tesoro de Italia», cardenales como Alimonda que se refería a Don Bosco como
el «divinizador del siglo», obispos, nobles e incluso los
nacionalistas y anticlericales como Ratazzi que dijo en 1867 «para mí Don Bosco es quizá el
más grande milagro de nuestro siglo», el Papa León XIII dijo «Don Bosco es un santo» a
los salesianos, mientras que el Cardenal Bilio mencionó «Nadie es canonizado
mientras vive, pero Don Bosco ya fue hecho santo», todos ellos que
contribuirían a hacer conocer el nombre y la obra del sacerdote turinés.
Además de numerosos viajes a través de Italia, los otros dos países que vieron el
rostro del santo educador fueron Francia y España. Le Monde de París
escribió sobre él:
La
gente corre detrás de él, deseosos de verlo, de tocar su ropa, porque sienten
que un aura especial de santidad emana de él.
Profundamente
sensible por las culturas extranjeras, Don Bosco dominaba además de su lengua
natal, el piamontés, otros idiomas como
el italiano, español, francés e inglés, además de las
lenguas clásicas griego y latín.
El 11 de noviembre de 1875 Don
Bosco envió la primera expedición allende los mares al Nuevo Mundo.
Se trataba de Argentina y
pensaba en la Patagonia a
donde envió a Juan
Cagliero como encargado de la
expedición y quien llegaría a ser el primer obispo salesiano.
Desde Argentina los salesianos llegarían con sus Oratorios a las demás
naciones latinoamericanas.
En 1876 llegan a Uruguay bajo la dirección de Mons. Luis Lasagna, llamado el
obispo misionero, pues desde allí extendió la obra salesiana a Paraguay y
Brasil. En vida, Don Bosco envió salesianos a los siguientes países: Argentina
(1875), Uruguay (1876); Brasil en 1882; Chile en 1886 y Ecuador en 1888.
Los sueños de Don Bosco
Varios
autores se han dedicado a estudiar los sueños de Don Bosco como Pietro
Stella y Michael Mendl,entre muchos otros. En principio, Don Bosco no fue
amigo de hacer de ellos un hecho espectacular y, como se verá adelante, sus
recuentos tendrán ante todo un objetivo pedagógico.
Al
narrar a sus muchachos sus sueños, Don Bosco les decía sólo aquello que era
mejor para ellos, ya que esta era la intención de Aquel quien le daba esas
misteriosas revelaciones.
Dice
al respecto Mendl:
Utilizar
los sueños para estudiar la psique de Don Bosco tiene sus propios riesgos, como
Stella previene. Ciertamento los textos de las Memorias
Biográficas fueron redactadas por
Lemoyne y otros. Pero incluso los documentos detrás de los textos de las
Memorias «reflejan diferentes preocupaciones de Don Bosco: algunas veces los
estados de la mente de un hombre que habla a una comunidad de jóvenes; algunas
veces el estado de la mente de un hombre que escribe para gente que lo va a
leer después». Sin duda, «la interacción entre de elementos religiosos y
éticos en los sueños de Don Bosco tienen que expresar el tipo de fenómenos que
suceden en gente de profundas y operativas convicciones cristianas».
Don Bosco recontaba
sus sueños a los muchachos siempre con el ánimo de dejar una enseñanza o de
prevenir algún tipo de peligro. Con el correr del tiempo él mismo puso varios
por escrito. Stella intenta una clasificicación de los sueños de Don Bosco:
1.
Sueños que se referían a la
propia persona de Don Bosco y su misión, como el sueño de los nueve
años. En este tipo de sueños Don Bosco hizo no pocas premoniciones de
muertes y todos ellos tenían que ver con sus muchachos y salesianos tanto
aquellos que tenía cerca en Turín, como los sueños misioneros en países
extranjeros.
2. El segundo tipo de sueños según
la clasificación de Stella es aquellos que tenían que ver con eventos políticos
o religiosos entre los que destaca el «gran funeral en la corte real» de 1854.
El 31 de enero de 1888 a
las 04:45, murió el apóstol de los jóvenes. Tenía 72 años, 5 meses y 14
días de edad y había dado todo de sí para dejar una obra sólida para sus pobres
muchachos. Su cuerpo permaneció en la Basílica de María Auxiliadora y
después fue sepultado el 6 de
febrero en la casa salesiana de Valsalice,
pero sus restos serían posteriormente trasladados a la Basílica en donde
permanecen en la actualidad
Beatificación
y canonización
En 1890 se
abrió el proceso de beatificación y canonización de
Don Bosco. El 2 de junio de 1929 (39
años después), Don Bosco fue proclamado beato y
el 1 de abril de 1934 (44
años después) fue declarado Santo por
S.S. Pío XI.
Su estatua fue puesta en un nicho reservado a los santos fundadores de órdenes
religiosas en la Basílica de San Pedro y
es el único santo cuya estatua está por encima de la de San Pedro. A lado y
lado, se encuentra acompañado por dos muchachos, producto de sus sueños: Domingo Savio y Ceferino Namuncurá,
como signo de la que fue y es su misión: santificar a los jóvenes.
Otras
proclamaciones
Don
Bosco recibió otras proclamaciones. después de su canonización entre las
cuales se destacan patrono de los editores católicos desde el 24 de mayo de 1946,
patrono de los magos e ilusionistas de España desde 1953. Fueron
los mismos magos quienes en un congreso internacional celebrado en Segovia (España),
lo escogieron como modelo y protector y patrono del cine,
razón por la cual los Premios
Goya son concedidos anualmente en torno al 31 de enero.
También es Patrono de los aprendices de Italia desde
el 17 de enero de 1958En 1959 el
Papa Juan XXIII dijo
en Cinecittá en
un acto de veneración de las reliquias del santo: «Don Bosco, el mundo
entero te admira, el mundo entero te ama».
Como testimonio de su
obra, actualmente existen más 2.086 presencias salesianas en 128
países, con 16.640 religiosos trabajando en ellas, sin contar los demás
miembros de la Familia
Salesiana, alumnos, miembros de los centros juveniles, exalumnos y
benefactores de las obras de Don Bosco.
El 25 de abril de 2009 el
Rector Mayor de los Salesianos, Padre Pascual
Chávez Villanueva, dio apertura al
peregrinaje mundial de la urna de Don Bosco (una urna de vidrio que contiene
una imagen de cera de su cuerpo y en su interior sus reliquias) por los cinco
continentes. La urna regresaría a Turín el 31 de enero de 2015,
año que marca el bicentenario de su nacimiento.
Testamento Espiritual
Como
hombre práctico, Don Bosco dejó su Testamento Espiritual como un mensaje
visionario hacia el futuro de los salesianos y sus jóvenes.
Mis
queridos y amados hijos en Jesucristo: antes de partir para mi eternidad, debo
cumplir con vosotros algunos deberes y satisfacer así un vivo deseo de mi
corazón. Ante todo, os agradezco con el más vivo afecto de mi corazón la
obediencia que me habéis prestado y cuanto habéis trabajado para sostener y
propagar nuestra Congregación.
Don
Bosco dice que «en lugar de llorar» por su muerte, sus hijos
deben hacer firmes propósitos de «permanecer seguros en la vocación
hasta la muerte», del trabajo constante, el buen ejemplo para los alumnos y
la práctica del sistema preventivo.
Es de destacar que Don Bosco no recomienda penitencias y
mortificaciones especiales y dice:
Cada
uno, en lugar de hacer observaciones sobre lo que hacen los otros, esfuércese
en cumplir con el mayor esmero posible las responsabilidades que le han sido
confiadas
Por último Don Bosco advierte que «cuando comience
entre nosotros el bienestar y las comodidades, la sociedad salesiana habrá
terminado su misión» y «no olvidéis que nosotros estamos para los niños
pobres y abandonados».
Como
una de las figuras más populares de la educación en el mundo, Don Bosco es tema
recurrente del arte. El mismo Don Bosco fue sensible a las manifestaciones
artísticas y como todo lo que hacía, siempre era tendiente a la educación y
formación de sus muchachos y a la defensa de la fe. Además de ser un estudiado
intelectual, dominaba varios artes y oficios como lacarpintería,
la metalistería, la sastrería y
la imprenta.
Muchas de las iglesias, edificios y escuelas tenían sus aportes, así como el
diseño de muchas piezas religiosas, entre las que se destaca la imagen de María Auxiliadora y
los Doce Apostóles pintada
por Tomás Lorenzone para la Basílica
de María Auxiliadora en Turín. Por
otro lado era un consagrado escritor y entre sus obras se cuentan innumerables
libretos para teatro basados en historias formativas.
Nacido en el siglo de
los inicios de la fotografía,
Don Bosco es uno de los pocos santos del siglo XIX con un precioso material
fotográfico, un medio ante el que tenía una gran fascinación y utilizaba con el
ánimo de perpetuar los momentos más importantes de la vida de la Congregación.
Don Bosco comenzó a ser fotografiado especialmente después de la segunda mitad
del siglo, lo que coincide con el tiempo en el que la fotografía comienza a
tener áuge y razón por la cual no se tienen fotos de su más temprana juventud y
niñez. No dejó en cambio registros fotográficos de personajes como Domingo Savio,
cuya imagen se tiene gracias a la descripción de un compañero, ni de su propia
madre Margarita Occhiena o
de María
Dominga Mazzarello.
Numerosas películas
han sido producidas con el ánimo de representar la vida de Don Bosco. Entre las
más destacadas se encuentran elDon Bosco de Leandro Castellini y el de Ludovico Gasparini, una producción
entre Goya y la Editorial CCS y transmitida por la RAI. De ella dice
la Revista de Novedades Literarias:
(...) «Don Bosco»,
una biografía magnífica del gran apóstol de la juventud, el santo por
antonomasia de la Revolución industrial: Don Bosco. Hijo de campesinos sus
primeros años de vida fueron difíciles, pues la pobreza le obligó a abandonar
los estudios, si bien su clara vocación al sacerdocio le hizo superar todas las
pruebas en su camino.
El
rostro de Don Bosco se hizo mundialmente popular y ha sido representado
en dibujos, pinturas, óleos, murales, vallas, esculturas, diapositivas y
material digital procedente de todos los países en donde su nombre se ha
asociado a la educación juvenil y la mayoría de dichos trabajos artísticos
adaptados a las variadas manifestaciones culturales de los cinco continentes.
Por
último, el Apóstol de los jóvenes es objeto preferido de la música dentro de
los movimientos juveniles salesianos alrededor del mundo. Muchas canciones son
traducidas en diferentes idiomas y diferentes géneros musicales han sido
adaptados para rendir homenaje a Don Bosco o para crear letras formativas en
las que priman los valores del sistema preventivo. Una de las canciones más
populares y traducidas en la actualidad es «Padre, Maestro y Amigo».
SANTO DOMINGO SAVIO
Marcelo
el papito para sus padres, y que
significa Dominguito, nació en San Giovanni da Riva, cerca de Chieri; pero
cuando tenía sólo unos veinte meses, sus padres —Carlino Savio y Brígida Gaiato
se trasladaron a Murialdo, donde nacieron sus hermanos. En1847, su madre lo
lleva a la Iglesia, cuyo párroco era Don Juan Zucca. Aprende a ayudar en misa,
llegando a ser un monaguillo ideal, que hasta incluso Don Zucca cuando le pedía el Misal hacía bromas de
su estatura y reían juntos.
En febrero
de 1849, toda la familia se traslada
a Mondonio.
Domingo tiene siete años y una preparación y madurez poco común para su edad.
El 8 de abril de 1849, Domingo recibe su primera comunión en
la Parroquia de Castelnuovo de Asti.
Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas, pronunció los
propósitos que venía preparando desde hace tiempo, y que quedaron escritos en
su devocionario:
Resoluciones
tomadas por mí, Doménico Savio, en el año de 1849, en el día de mi Primera
Comunión, a la edad de siete años:
·
Me confesaré a menudo, y
comulgaré tan frecuentemente como mi confesor lo permita.
·
Deseo santificar los domingos y
fiestas en forma especial.
·
Mis amigos serán Jesús y María.
·
Prefiero morir antes que pecar.
En 1854 (a
los once años de edad) entra a formar parte del oratorio de Don Bosco.
Sería un alumno fuera de lo común y expresará sus deseos de convertirse
en sacerdote.
Seis meses luego de ingresado al Oratorio, tras un sermón del
Padre Bosco acerca de la austeridad y el sacrificio, donde remarcaba que cuando
uno se siente oprimido por alguna calamidad o molestia del cuerpo, hay que
ofrecérselo a la Virgen. Éste sería el medio más adecuado para llegar a la más
alta perfección. En ese momento el niño Domingo se propuso convertirse en santo.
Domingo comenzó a realizar austeridades de todo tipo, como consumir sólo la
mitad de su ración de comida, dormir menos tiempo y rezar más. Sentía gran
devoción por la Virgen
María, llegando a permanecer más de cinco horas diarias
rezando. Una noche de invierno, Don Bosco encontró a Domingo temblando de frío
en la cama, sin más cobertor que una sábana.
—¿Te has vuelto loco? ¡Vas a coger una pulmonía!
—No lo creo —respondió domingo—. Nuestro Señor no cogió ninguna pulmonía en el
establo de Belén.
Desde entonces Don Bosco le prohibió formalmente hacer ninguna penitencia sin
su permiso. Domingo quedó triste. El Padre le insistió que la penitencia que
Dios quiere es la obediencia a los superiores.
Tal
como había predicho Don Bosco, la salud de domingo empezó a empeorar. En
febrero de 1857 tuvo fortísimos accesos de tos que le obligaron a guardar cama
durante semanas. El domingo 1 de marzo fue enviado de vuelta a la casa de sus
padres, en Mondonio. Un médico diagnosticó que padecía de algún tipo de
inflamación en los pulmones y decidió sangrarlo, según se acostumbraba en
aquella época. Domingo siguió empeorando.
Los
primeros días de marzo de 1857, Domingo recibió los últimos sacramentos. Al anochecer del
lunes 9 de marzo rogó
a su padre que recitara las oraciones por los agonizantes.
A las diez de la noche trató de incorporarse y murmuró:
Adiós,
papá. El Padre me dijo una cosa, pero no puedo recordarla.
Súbitamente su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo, y exclamó:
¡Estoy viendo cosas maravillosas!
Esas fueron sus últimas palabras.
Fue sepultado el miércoles 11 de marzo de 1857. Sus restos
permanecieron en la capilla del cementerio de Mondonio.
En 1914 el obispo de Turín ordenó
que los restos fueran trasladados a Turín.
Los campesinos de Mondonio se negaron a perder a su santo, y empezaron a
turnarse día y noche para evitar el traslado.
En octubre de 1914, la Iglesia pidió a las autoridades civiles de Mondonio que
intervinieran. Los huesos de Savio fueron trasladados a la Basílica
de María Auxiliadora, en Turín.
El 12 de junio de 1954 el
papa Pío XII lo
canonizó. Su fiesta se celebra el 6 de mayo.
Con motivo del 50.º aniversario de su canonización, durante el 2005,
las reliquias de santo
Domingo Savio hicieron un viaje regional salesiano: Italia, Libia, Siria y España.
La urna con las reliquias del Santo cuenta con una reproducción del cuerpo de domingo
en la postura en que murió y debajo de la imagen se encuentran sus restos
mortales.
SAN FRANCISCO
DE ASÍS
Nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pietro Bernardone dei
Moriconi y Donna Pica Bourlemont, provenzal; tuvo al menos un hermano más, de nombre Angelo. Su padre era un
próspero comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís y que
viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta
tierra por lo que su padre lo apodó después como Francesco o el francesito; también es probable que el pequeño fuera conocido más adelante de este
modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.
Francisco
recibió la educación regular de la época, en la que aprendió latín.
De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer
gastos cuando andaba en compañía de sus amigos, en sus correrías periódicas, ni
en dar pródigas limosnas; como cualquier hijo de un potentado tenía
ambiciones de ser exitoso.
En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar
su autonomía del Sacro Imperio. En 1197 lograron
quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201se enfrascaron en
otra guerra contra Perugia,
apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni,
en noviembre de 1202,
Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.
Desde 1198 el pontificado
se hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte del ejército
papal bajo las órdenes de Gualterio de Brienne contra
los germanos.
Empezó
a mostrar una conducta de desapego a lo terrenal. Un día en que se mostró en un
estado de quietud y paz sus amigos le preguntaron si estaba pensando en
casarse, a lo que él respondió: Estais en lo correcto, pienso casarme,
y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena,
que ninguno de vosotros visteis otra igual.Hasta ese momento todavía no
sabía él mismo exactamente el camino que había de tomar de ahí en adelante; fue
después de reflexiones y oraciones que supo que la dama a quien se refería era
la Pobreza.
El
punto culminante de su transformación se dio cuando convivió con los leprosos, a
quienes tiempo antes le parecía extremadamente amargo mirar. Se
dedicó después a la reconstrucción de la capilla de San Damián.
Según los relatos, lo hizo después de haber visto alcrucifijo de
esta iglesia decirle: Francisco, vete y repara mi iglesia, que se está
cayendo en ruinas. Entonces decidió vender el caballo y las
mercancías de su padre en Foligno,
regresó a San Damián con lo ganado y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo
rechazó.
Su padre, al darse cuenta de la conducta de su hijo, fue enojado en su
búsqueda, pero Francisco estaba escondido y no lo halló. Un mes después fue él
mismo el que decidió encarar a su padre. En el camino a su casa, las personas
con que se encontró lo recibieron mal y, creyéndolo un lunático, le lanzaron
piedras y lodo.
Francisco ante las autoridades eclesiales
Su
padre le reprendió severamente, tanto que lo encadenó y lo encerró en un
calabozo. Al ausentarse el airado padre por los negocios, la madre lo
libró de las cadenas. Cuando regresó, fue ella quien recibió las reprimendas
del señor de la casa, y fue otra vez en búsqueda del muchacho a San Damián, pero Francisco se
plantó con calma y le reafirmó que enfrentaría cualquier cosa por amor a Cristo.
Pedro Bernardone, más preocupado por lo perdido de su patrimonio, acudió a
las autoridades civiles a forzarlo a presentarse, pero el joven rehusó hacerlo
con el argumento de no pertenecer ya a la jurisdicción civil, por lo que las
autoridades dejaron el caso en manos de la Iglesia.
Francisco
se sometió al llamado de la autoridad eclesial. Ante el requerimiento de
devolver el dinero frente a su padre y al obispo de
Asís, de nombre Guido, no sólo lo hizo, sino que se despojó de todas sus
vestimentas ante los jueces, proclamando a Dios desde ese momento como su
verdadero Padre. Ante esto, el obispo lo abrazó y le envolvió con su manto.
No
se sabe con certeza cuántas iglesias en ruinas o deterioradas reconstruyó;
entre ellas, a la que más estima tenía era la capilla de la Porciúncula (“la
partecita”, llamada así porque estaba junto a una construcción mayor).
Allí
fue donde recibió la revelación definitiva de su misión, probablemente el 24 de febrero de 1208, cuando escuchó
estas palabras del evangelio: No lleven monedero, ni bolsón, ni
sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos... (Lc., 10). Así, cambió su afán de reconstruir las iglesias
por la vida austera y la prédica del Evangelio. Después de someterse a las
burlas de quienes lo veían vestido casi de trapos, ahora su mensaje era
escuchado con atención, y al contrario de otros grupos reformadores de la
época, el suyo no era un mensaje de descalificaciones ni anatemas.
En
unos meses sus discípulos eran once: Bernardo di Quintavalle, Pedro Catani, Gil,
Morico, Bárbaro, Sabatino, Bernardo Vigilante, Juan de San Constanzo, Angelo
Tancredo, Felipe y Giovanni de la Capella.
Bajo la pobreza que Francisco predicaba y pedía, los frailes hacían sus labores
diarias atendiendo leprosos, empleándose en faenas humildes para los
monasterios y casas particulares, y trabajando para granjeros. Pero las
necesidades cotidianas hacían la colecta de limosna inevitable, labor que
Francisco alentaba con alegría por haber elegido el camino de la pobreza.
Comenzó también la expansión del mensaje evangélico, y para ello los estimuló a
viajar de dos en dos.
Audiencia ante el Papa para la aprobación de la regla
Hacia
abril o mayo de 1209, Francisco
se decidió a presentarse ante el papa Inocencio III,
para que le aprobara la primera regla de
la Orden. Con ese fin, él y sus acompañantes emprendieron el viaje a Roma.
Fue
bajo la intervención del obispo Guido de Asís como pudo tener audiencia con el
Papa. Éste y ciertos cardenales objetaban el programa
franciscano por el peligro de crear otra organización nueva, debido a los
movimientos anticlericales de la época y a la falta de una mínima base material
de la orden; pero bajo la influencia del cardenal Juan de San Pablo y su apoyo,
Francisco pudo tener una nueva audiencia para que se considerara la aprobación
de su hermandad de pobres.
El
Papa por fin aprobó la regla verbalmente, al convencerse de que la ayuda de un
hombre como Francisco reforzaría la imagen de la Iglesia con su prédica y su
práctica del Evangelio. No se conoce el contenido de esta primera
regla. Fue por esta época (seis años después de su conversión según Celano) cuando
fundó, junto a Clara de Asís,
la llamada segunda orden.
Rivo
TortoCamino de vuelta a Asís, él y sus acompañantes se ubicaron en un lugar
llamado Rivo Torto,
donde consolidaron sus principios de vivir en la pobreza, conviviendo entre los
campesinos locales y atendiendo a leprosos;
desde entonces se hacían llamar a sí mismosHermanos Menores o Frailes
Menores (el nombre fundacional de la congregación es Ordinis
Fratrorum Minorum, abreviado O.F.M.).
Después de la estadía en Rivo Torto, buscó una sede para su orden; para ello
pidió la ayuda del obispo Guido, pero no consiguió respuesta favorable. Fue un
abad benedictino del Monte Subasio quien
le ofreció la capilla de la Porciúncula y
un terreno adyacente (propiamente la partecita, la
porcioncita). Francisco aceptó, pero no como un regalo, sino que pagaba
como renta canastas con peces.
Dentro
del ánimo de la época de los viajes hacia el Este,
hizo un intento de ir a Siria para
la expansión del Evangelio en la tierra de los llamados «infieles».
Esto sucedió probablemente a finales del año 1212 y nuevamente
dos años más tarde, pero ambas empresas se frustraron.
Antes de 1215 el número de
frailes se había incrementado, no sólo en Italia sino en el sur de Francia y
en los reinos de España.
Viajaban los franciscanos de dos en dos y convivían con la gente común; además,
establecían ermitas en
las afueras de las ciudades.
Concilio
de Letrán
Durante
el Concilio de Letrán de 1215, la
organización adquirió un fuerte estatus legal; en ese año se decretó que toda
nueva orden debía adoptar la Regla de San
Benito o la de San Agustín.
Para los Frailes Menores no hubo necesidad de esto, por haber
sido aceptados seis años antes (aunque de palabra y no oficialmente). En este
concilio el Papa Inocencio III tomó
la letra Tau como
símbolo de conversión y señal de la cruz; de ahí en adelante el poverello fue
devoto de este símbolo.
En
esa época, el cardenal Hugolino les
ofreció a él y a Domingo de
Guzmán la posibilidad de formar cardenales de las filas
de sus órdenes. Francisco, según las crónicas de Tomás de Celano,
acorde con sus principios respondió: «Eminencia: mis hermanos son llamados
frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les
enseña a permanecer siempre en condición humilde. Mantenedlos así, aún en
contra de su voluntad, si Vuestra Eminencia los considera útiles para la
Iglesia. Y nunca, os lo ruego, les permitáis convertirse en prelados.»
Indulgencia en la
Porciúncula
Bajo
el pontificado de Honorio III en 1216, se promovió
la indulgencia plenaria
a favor de todo aquel que visitara la iglesia de Santa María de los Ángeles de
Porciúncula. Obtuvo Francisco esa gracia del Papa para que la peregrinación se
realizara una vez al año, pero bajo fuerte oposición, puesto que pocos lugares
podían disfrutar de tan alto privilegio.
Desde el año 1217 organizó
capítulos en el que los Frailes Menores se reunían para
intercambiar experiencias; para la organización apropiada de los territorios en
que los frailes se habían dispersado, organizó también provincias de
evangelización.
Viaje a Oriente
Hacia
el capítulo de 1219, la orden tuvo sus
primeras disensiones respecto de las normas de pobreza dictadas por Francisco.
Algunos persuadieron al cardenal
Hugolino para que hablara con él, a
fin de que la orden fuera dirigida por hermanos «más sabios» y de acuerdo
con reglas como la de San Benito, a lo que el poverello se
opuso recalcando la forma de vida de humildad y simplicidad. La innovación
que brotó de este encuentro fue la organización de misiones a las llamadas «tierras paganas».
En 1219 se embarcó
hacia el oriente, pasando por Chipre, San Juan de Acre y Damieta en
el delta del Nilo,
donde los cruzados estaban
bajo la orden del duque Leopoldo VI de Austria.
Allí, Francisco los previno de que había sido alertado por Dios de que no
realizaran ningún ataque; ante sus palabras, los soldados se burlaron de él. El
resultado de la siguiente batalla fue un desastre para los
cruzados. Continuó su estadía y el aprecio hacia su persona crecía,
incluso algunos caballeros abandonaron
las armas para convertirse en frailes menores.
Frente
al sultán de Egipto
Tomó
como misión la conversión de los musulmanes.
Para ello se acompañó del hermano Illuminato para adentrarse en esas tierras;
al encontrarse con los primeros soldadossarracenos fue
golpeado, pero inmediatamente pidió ser llevado ante el Sultán,
que entonces era al-Malik al-Kamil.
Según
las crónicas de Buenaventura, el poverello,
en su afán de convertirlo al cristianismo, invitó a los ministros religiosos
musulmanes a entrar con él en una gran fogata, para así demostrar qué religión
era la verdadera; los mulás rehuyeron
la propuesta. Francisco ofreció entrar solo y retó al Sultán a que, si salía
ileso, se convertiría al cristianismo e incitaría a su pueblo a hacerlo; el
príncipe rechazó también esa posibilidad. Al final, sus pretensiones se
frustraron. Tiempo después obtuvo del sultán al-Mu'azzam de Damasco,
hermano de al-Malik, permiso sólo para visitar Siria y Tierra Santa.
La
orden, durante su ausencia, sufrió una crisis: hubo disensiones, falta de
organización y desacuerdos con la ruda vida diaria. El rumor de la muerte de
Francisco en el Oriente dio pie a implantar reformas, entre ellas ciertas
medidas disciplinarias, ayunos e incluso la institución de una casa de estudio
en Bolonia;
muchos consideraron estos cambios contrarios a la idea original del fundador.
Enterado de estos sucesos, Francisco fue ante el Papa Honorio III y
le rogó que designara al cardenal
Hugolino para reorganizar la orden.
La nuevas disposiciones tuvieron un nuevo Ministro General, Elias Bombarone, y
una nueva regla, la de 1221 (Regla
no bulada) que entre otros temas trató el año de noviciado, la prohibición del
vagabundeo y de la desobediencia ante órdenes contrarias a los principios
franciscanos.
La
tercera orden
Ante
el incremento de las vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa
vocación espiritual, nació la llamada Tercera Orden,
para permitir a hombres y mujeres laicos
vivir una vida franciscana. Obtuvo su estatus legal
en 1221 también con la
ayuda del cardenal Hugolino. Es en posteriores escritos como se rescata su
contenido, porque el original se perdió. Consistía de trece capítulos en los
que se reglamentaba la santificación personal del terciario, su vida social y
la organización de la nueva fraternidad.
Bajo influencia nuevamente de este cardenal, la orden reabrió el convento de
Bolonia para el estudio, a pesar de la convicción de Francisco de la primacía
de la oración y la prédica de los Evangelios por sobre la educación formal.
La regla definitiva
Bajo
la insistencia de ministros de la orden, fue obligado a redactar una nueva
regla, ya que ciertos opositores a la entonces vigente consideraban que le
faltaba consistencia y definición, y que eso le impedía obtener una definitiva
aprobación del Papado. Nuevamente aceptó las exigencias. Para ello se retiró
dos veces a la ermita de Fonte Colombo cerca de Rieti, a
redactar una definitiva regla bajo ayuno y oración. El 29 de noviembre de 1223, con otra
participación del cardenal Hugolino, la regla tuvo su forma definitiva y
fue aprobada por el Papa Honorio III.
Terminada
la labor de aprobación de la regla definitiva, Francisco decidió retornar
a Umbría.
Debido a la cercanía de la Navidad, a
la que él tenía especial aprecio, quiso celebrarla de manera particular ese año
de 1223;
para ello convidó a un noble de la ciudad de Greccio, de nombre Juan, a
festejar el nacimiento de Jesucristo en una loma rodeada de árboles y llena de
cuevas de un terreno de su propiedad.
Pretendió que la celebración se asemejara lo más posible a la natividad
de Jesús, y
montó un pesebre con animales y heno; pobladores y frailes de los alrededores
acudieron a la misa en
procesión. Allí el poverello asistió como diácono y predicó
un sermón.
Aunque no fue la primera celebración de este tipo, es considerada un importante
evento religioso, una fiesta única.