lunes, 10 de octubre de 2016

LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO DE DIOS


El servicio de los movimientos apostólicos en el anuncio del Reino de Dios y de la misericordia

'' Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la Creación, El que crea y sea bautizado, se salvarà; el que no crea, se condenarà''. Marcos 16, 15-16.


Queridos hermanos, cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo por el sacramento del Bautismo, y asì nos podemos llamar hijos de Dios y miembros de la gran familia de la Iglesia. Sin embargo. ¿ cómo estamos viviendo nuestra vida de fe? ¿De qué manera damos testimonio del inmenso y misericordioso amor que Dios nos tiene? ¿somos generosos a la hora de mostrar con nuestras palabras y acciones que Dios està vivo y presente en la historia? las respuestas a estas preguntas no pueden dejarnos tranquilos, sino que tienen que movernos a dar màs, a salir de nuestras comodidades para gritar con alegría que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida.


Somos bautizados, esa es nuestra condición fundamental; pero también tenemos un estado de vida al cual nos ha llamado el Señor para que le sirvamos: laicos, ministros ordenados y vida consagrada. Cada uno de estos estados supone una construcción del reino de Dios. En este articulo, nos detenemos un momento sobre los laicos y su compromiso como proclamadores del Evangelio, pues es común, pensar que la responsabilidad de la fe es exclusiva de los sacerdotes o de los religiosos. Recordemos: todos somos bautizados, todos somos parte de esta gran familia y por eso, tenemos derechos y obligaciones.








El laico, es aquel creyente que vive su fe inmenso en las realidades temporales (familia, empresas, política, comunidades, entre otros), donde los presbíteros y religiosos no pueden llegar. Si bien los sacerdotes pueden orientar y acompañar a los laicos en su vida cotidiana, será responsabilidad del propio laico, el hacer presente en su día a la Buena Noticia de la salvación. No podemos desconocer que en muchas ocasiones, los ambientes en que nos encontramos son hostiles al Evangelio, por lo que nuestro esfuerzo parece ser en vano. Por esto, el Señor no nos hizo solos, sino para que viviéramos en comunidad:

''les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuera, lo consegiràn de mi Padre que està en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos'' (Mateo 18, 19-20).


El cristiano està llamado a vivir en comunidad para mostrar el rostro del Señor; esto lo consigue a través de las parroquias, comunidades o grupos pastorales, pero, de manera especial, en los Movimientos Apostólicos, pues ellos tienen un carisma inspirado por el Espíritu Santo, y trabajan en lugares donde tal vez las comunidades parroquiales no pueden llegar. Es asì, como estos Movimientos son una herramienta de Dios para hacer presente en el mundo moderno, su amor y misericordia que siempre llaman a la conversión.


Hablar de Movimientos Apostólicos en la Iglesia, puede resultar puede resultar demasiado amplio pues, el Espíritu inspira caminos de vida cristiana para responder a las cambiantes situaciones de la realidad; por esto, no podemos pensar que nuestro carisma es el único, mucho menos aislarlo de la comunión de la Iglesia. Todos los Movimientos Apostólicos, sea cual sea su razón de ser, y sus tradiciones, debe estar en comunión, no solo con la Iglesia Universal, sino también con la particular, y con los demás Movimientos, Asociaciones de Laicos, entre otros. Esto, en razón a que hay un solo Señor, una sola Viña y un único Mensaje: el amor de Dios que salva.















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