HISTORIA DE LA GRAN CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS INOCENTES
El
Día de los Santos Inocentes es la conmemoración de un episodio hagiográfico del
cristianismo: la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén
(Judea), ordenada por el rey Herodes con el fin de deshacerse del recién nacido
Jesús de Nazaret.
Relato Bíblico
La
Iglesia católica recuerda este acontecimiento el 28 de diciembre, aunque de
acuerdo con el Evangelio de Mateo, la matanza debió haber sucedido después de
la visita de los Magos al rey Herodes I el Grande (uno o dos días después del 6
de enero), aunque también la fecha de la adoración de los Magos a Jesús no
tiene una fecha dada exactamente en las escrituras.
Es
muy corriente la explicación de la Navidad y demás fechas alrededor de esta como
fechas arbitrarias, pues estas no figuran en los evangelios. Según el
evangelio, Zacarias supo que Isabel estaba encinta de Juan el Bautista mientras
cumplía con la obligación de quemar incienso en el Templo, que debía hacer cada
grupo sacerdotal dos veces por año. Zacarías pertenecía al octavo grupo, el de
Abías, lo cual nos da dos posibles fechas para la concepción de Juan el
Bautista, una a mediados de mayo y otra a mediados de noviembre, ninguna de las
cuales coincide con la tradición.
Análisis de su historicidad, significado y Evidencia histórica
El
trágico episodio de los inocentes no se menciona en ningún otro escrito,
canónico o profano; esto suscita serios problemas sobre el carácter histórico
del incidente. Raymond Edward Brown indicó que el historiador judío Josefo no
aludió a la matanza de niños en Belén, a pesar de haber documentado
minuciosamente los hechos brutales cometidos por Herodes I el Grande en los
últimos años de su vida. De tratarse de un hecho histórico, la matanza no fue
lo bastante notoria como para que llegara a oídos de Josefo quien, de conocerla,
la habría mencionado dado su interés por denigrar a Herodes.
La
brutalidad del episodio está en armonía con el carácter de Herodes, tal como
Josefo lo describió (Antigüedades judías, 15.3, 3 § 53-56). Josefo presentó a
Herodes como un ser patológicamente celoso de su poder: varios de sus
familiares fueron asesinados por orden suya, ya que sospechaba que trataban de
suplantarlo. No cabe duda de que Josefo quiso describir a Herodes con los
tintes más oscuros que le fue posible, y resulta difícil de explicar la
ausencia de la matanza de Belén en Josefo, excepto suponiendo que no tuviera
noticia alguna de ella.2 En consecuencia, habría que tomar en consideración la
posibilidad de que los incidentes del capítulo 2 del Evangelio de Mateo sean
una presentación simbólica de la mesianidad regia de Jesús, a la que se oponen
los poderes seculares. La oposición a Jesús terminaría por lograr sus fines con
su pasión y muerte.
Antonio
Piñero señaló que muchos estudiosos dudan de la «historicidad» del relato en el
sentido moderno del término, y que se lo suele considerar una reelaboración de
otras narraciones del Antiguo Testamento.
Herodes
que busca cómo liquidar a Jesús y la matanza de los inocentes sería una
aplicación a los tiempos primeros de Jesús de la historia del malvado Faraón
que quiso acabar con Moisés niño y que mataba a los recién nacidos varones de
los israelitas (Éxodo 2 y siguientes). [...] No hay que extrañarse de este
procedimiento para nosotros hoy tan singular que se ha denominado «historia
teológica»: existían en la Antigüedad muchos modelos y precedentes para ello.
Una vez que pasados los años se conocía la grandeza de tal o cual personaje, se
confeccionaba a base de tradiciones más o menos fiables, o incluso de leyendas,
una historia de su nacimiento en la que se ponían de relieve las circunstancias
prodigiosas, maravillosas, divinas, del tal nacimiento. Así ocurrió con el rey
persa Ciro (narración compuesta por Heródoto), con Alejandro Magno (por
Plutarco), o con el filósofo, predicador ambulante y taumaturgo Apolonio de
Tiana (por Filóstrato).
Antonio Piñero
En
el Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo se señala que, si bien existe la
posibilidad de que el relato no sea histórico, posee cierta verosimilitud y
recuerda el decreto del faraón de matar a todos los primogénitos varones
israelitas (Éxodo 1:16), un clásico ejemplo del genocida abuso del poder.4 En
el caso de que el relato sea histórico, el número de niños asesinados no tendría
que haber pasado de veinte.
José
María Cabodevilla sugirió el significado que este crimen pudo tener para
Herodes I el Grande:
Pero
los clamores de Raquel no llegaban a oídos de Herodes. Acababa de retirarse,
presa de terrible enfermedad, a las caldas de Callirhoe, junto al Mar Muerto.
Su corazón, además, no era sensible a clamores de esa naturaleza. ¿Qué podía
importarle a él la muerte de veinte o treinta hijos de pastores sin nombre? La
ejecutoria de su reinado se compone, sobre todo, de hazañas criminales. Apenas
conquistó Jerusalén y se instaló allí como rey, ordenó matar a cuarenta y cinco
partidarios de Antígono, su contendiente. Mató a su cuñado Aristóbulo, a los
dos esposos de su hermana Salomé, a su propia suegra Alejandra, a su mujer
Marianne, a sus hijos Alejandro y Aristóbulo. A sabiendas del terror y
hostilidad que su persona despertaba, con el fin de evitar la alegría del
pueblo en el momento de su muerte, ordenó a sus más íntimos colaboradores que,
cuando él muriera, pasaran por las armas a incontables judíos ilustres que
previamente habían sido concentrados en el hipódromo de Jericó.
¿Que
suponía para este monarca, sanguinario como nadie, la sangre de treinta niños?
Quizá verdaderamente supuso mucho. ¿Para bien o para mal? Los más sagaces
historiadores, que quizá descubran aún nuevos crímenes a cuenta del famoso rey,
no podrán jamás revelarnos los últimos minutos de aquella vida atroz.
José
María Cabodevilla
Simbolismo
En
el relato evangélico, Herodes I el Grande es «el arquetipo de todos los
sanguinarios» que no dudan en sacrificar a los indefensos.7 De allí proviene el
sobrenombre por antonomasia de «inocentes».
Anselm
Grün escribió que Herodes actuó por miedo: temía a Jesús niño a quien los magos
de oriente designaron como el rey de los judíos recién nacido: «Al enterarse,
el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén» (Mateo 2:3). El poderoso
tenía miedo de que lo nuevo pudiera quitarle poder: «Herodes tenía poder sobre
la tierra y sobre los hombres. Pero éste no era la expresión de su fuerza
interior, sino que estaba acuñado por el miedo. Por él, asesina cruelmente a
todos sus rivales [...] Por su temor hace matar a todos los niños de hasta dos
años de edad. Herodes está atrapado en su miedo. Y su política, la que él
ejerce, es una política de miedo. Y así difunde por doquier a su alrededor
únicamente terror. Los hombres que se aferran a su poder por miedo abusan del
poder. Y solo pueden mantener su reinado al infundir miedo».
Herodes
es el prototipo de todos los opresores que asesinan solo por miedo a perder un
ápice de poder. En los inocentes de Belén vemos una realidad que siglo tras siglo,
década tras década, empaña la historia de la Humanidad y se torna en rostros
concretos, independientemente de las razas o religiones. La matanza de
inocentes es una realidad que no podemos negar, de la misma forma que cada
época ve surgir un nuevo faraón-Herodes que hace de la vida humana un objeto de
trabajo, de libre uso o de placer, sobre el que decide según su conveniencia.
Los santos inocentes están vivos hoy y siguen mostrando sus rostros
perseguidos.
Pedro
Ignacio Fraile Yécora
Conmemoración, bromas e inocentadas
Ya
en la segunda mitad del siglo IV se conmemoraba litúrgicamente a los santos
inocentes en homilías de Gregorio Nacianceno, y de Gregorio de Nisa, en ambos
casos vinculadas a la celebración de la Natividad. Entre finales del siglo IV y
mediados del siglo V, la festividad se asoció además en Occidente (Roma,
África) con Epifanía, relacionándola con la adoración de los magos. De allí se
supone que durante el siglo V se instituyó el culto propio a los santos
inocentes: el Sacramentario leonino (ca. 485) ubicó la festividad junto con las
de san Esteban y san Juan. La festividad terminó por fijarse en África y Roma
para el 28 de diciembre, en tanto que los griegos la celebran el 29 de
diciembre, los sirios y caldeos el 27 de diciembre, y en el rito mozárabe el 8
de enero.
En
los días consecutivos al nacimiento (Navidad) celebramos la memoria de los
compañeros de Cristo: Esteban, mártir en el deseo y en la realidad; Juan,
mártir en el deseo pero no en la realidad; los Santos Inocentes, mártires en la
realidad, pero no en el deseo. No solo forman el más inmediato cortejo del
Cordero degollado, sino que son sus cooperadores en la eficacia victimal.
José María
Cabodevilla
Únicamente
la Iglesia de Roma dio el nombre de «inocentes» a estos niños; en otros países
latinos se los llamó simplemente «infantes» y la fiesta tenía el título de
Allisio infantium (Breviarium gothicum), Natale infantum, o Necatio infantum.11
Los armenios ubicaron la celebración de la festividad el lunes después del
segundo domingo de Pentecostés (Menología armenia, 11 de mayo), porque creen
que los santos inocentes fueron masacrados quince semanas después del
nacimiento de Jesucristo.
En
Hispanoamérica y en España es costumbre realizar en esta fecha bromas de toda
índole. Los medios de comunicación hacen bromas o tergiversan su contenido de
tal modo que la información parezca real. Se trata de una libertad que se dan
los agentes mediáticos para dar rienda suelta a su sentido del humor,
oportunidad que solamente tienen una vez al año. Es tradición que los
periódicos publiquen páginas enteras de noticias cómicas, con la advertencia de
que es día de los inocentes, que van desde las que son una obvia mofa a
cualquier suceso reciente, hasta las que parecen serias y engañan al lector
desprevenido. El día de los inocentes se vive en todo el mundo hispanohablante.
En
algunas zonas de América es importante no prestar ningún bien, sea objeto o
dinero, pues el prestatario es libre de apropiarse de los bienes. Este tipo de
festejo ha venido a menos en años recientes y ya no es usual que la gente pida
prestado con la esperanza de que el prestador no recuerde la fecha y se le
pueda hacer mofa con la muy popular frase: «Inocente palomita que te dejaste
engañar» o su versión ampliada: «Inocente palomita que te dejaste engañar,
sabiendo que en este día nada se puede prestar» o «Inocente palomita que te
dejaste engañar, hoy día de los inocentes te dejaste engañar», «Que la
inocencia te valga» o «Herodes mandó a Pilatos, Pilatos mandó a su gente; el
que presta en este día pasará por inocente»;«Inocente palomita te dejaste
engañar hoy por ser día 28 en nadie debes confiar».
El
día 28 de diciembre en El Salvador, se celebra religiosamente en Antiguo
Cuscatlán, departamento de La Libertad. La Iglesia católica de la localidad
está dedicada a los Santos Niños Inocentes. Es la fiesta patronal de la ciudad.
La tradición es al parecer de tiempos de la colonia. Las personas, provenientes
de diferentes lugares del país, traen desde la víspera, carrozas o canastos con
imágenes de niños (imaginería), adornadas de diferentes maneras, como exvoto y
agradecimiento por algún favor recibido. Es una colorida festividad a la que
asisten cientos de personas. En las calles aledañas se instala una feria
popular con variedad de gastronomía y artesanías.
España
En
Tremp, capital del Pallars Jussà, provincia de Lérida, se celebra este día
colgando una llufa (muñeco de papel) gigante del campanario de la población.
Después de un pasacalles, la gente le canta para que baje y así quemarlo. Este
acto, al igual que el resto de actos Navideños de la ciudad, son organizados
por la entidad cultural "La Casa del Sol Naixent".
En
la localidad alicantina de Ibi, el 28 de diciembre tienen lugar unos actos muy
peculiares en relación con esta festividad y de los más característicos de la
provincia de Alicante: el Día dels Enfarinats o "Enharinados". Se
trata de una divertida celebración que representa el enfrentamiento entre el
poder público y la oposición, mediante una batalla de harina en un ambiente
carnavalesco y satírico. Els enfarinats lo forman un grupo de 14 personas,
entre las que se elige al alcalde y demás cargos relevantes, como el juez, el
fiscal, el alguacil... Por otro lado, la oposición, cuyos representantes se
caracterizan por llevar una chistera negra, intentará arrebatarles el poder.
Ahí comienza a escenificarse una batalla en la que se lanzan harina, polvos y
cohetes. Una espectacular explosión de ruido, fiesta y tradición.
En
Fraga (Huesca) es común ver a gente joven lanzándose huevos los unos contra los
otros en una especie de guerra de peñas.
También
se puede vivir el Día de Los Santos Inocentes de una forma especial en la
población valenciana de Jalance. En este municipio del Valle de
Ayora-Cofrentes, el 28 de diciembre se celebra la Fiesta de los Locos. Es una
fiesta que data de principios del siglo XVII con una marcada simbología pagana.
Los más jóvenes, vestidos con ropas estrafalarias y con maquillajes llamativos,
tendrán el poder durante unas horas, mientras participan en las divertidas
charangas. Por la noche se celebra el tradicional Baile de los Locos, donde
casi todo está permitido y, además de la música, la picaresca es la gran
protagonista.
En el arte
En
el arte este tema es muy representado, tanto en escultura como en pintura. En
el siglo V aparece en los mosaicos de la iglesia de Santa María la Mayor de
Roma. En la Edad Media se representa a Herodes sentado en su trono y asistiendo
a la matanza. A veces al fondo de la escena se ve el pasaje de la Huida a
Egipto. En los siglos XV al XVII las representaciones en pintura son en extremo
realistas. Entre los ejemplos pictóricos del siglo XV, podemos destacar el
fresco titulado Strage degli Innocenti (Degollación de los Inocentes) pintado
en la Iglesia-Basílica florentina de Santa Maria Novella, en la pared izquierda
de la Capilla Tornabuoni, realizado por la bottega (taller) de Domenico
Ghirlandaio (1485). Durante el siglo XVIII el asunto de la matanza de inocentes
apenas si se trata.