BREVE HISTORIA DEL ARCA DE LA ALIANZA
Según
la tradición judía y cristiana, el arca de la Alianza era un cofre sagrado
ubicado en el Lugar Santísimo (en hebreo, Kodesh ha-Kodashím) del Tabernáculo,
que más tarde se colocó en el Templo construido por Salomón. Se hizo por
mandato de Yahveh y según su diseño.
Según
narra el Libro del Éxodo de la Biblia, dicho cofre contenía las Tablas de la
Ley: tablas de piedra en las cuales figuraban inscritos los Diez Mandamientos
que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí.
Los
autores de la Biblia emplearon más de veinte expresiones diferentes para
referirse al arca, siendo las más comunes: “el arca de la Alianza” (heb. ʼaróhn
hab·beríth; gr. ki·bō·tós tēs di·a·thḗ·kēs; Jos 3:6; Heb 9:4) y “el arca del
testimonio” (Éx 25:22), expresiones que no son privativas de ningún escritor en
particular y que se usan indistintamente. También es conocida como arca del
Convenio, o arca del Pacto (hebreo: ארון הברית), nombrada también como arca de
Yahveh.
Modelo y diseño
Lo
primero que Yahveh le detalló a Moisés cuando le dio las instrucciones para
construir el tabernáculo fue el modelo y el diseño del arca, dado que iba a ser
el objeto principal y más importante no solo del tabernáculo, sino también de
todo el campamento de Israel. El cofre en sí mismo medía 2,5 codos de largo,
1,5 de ancho y 1,5 de alto (111 cm. × 67 cm. × 67 cm.), y estaba hecho de
madera de acacia, revestido de oro puro tanto por dentro como por fuera.
Coronaba el arca un artístico “borde de oro” en forma de guirnalda “sobre ella
[...] en derredor”. La segunda parte del arca, su cubierta, estaba hecha de oro
macizo, no meramente de madera revestida, y tenía la misma longitud y anchura
que el cofre. Sobre esta cubierta había montados dos querubines de oro de labor
a martillo, uno a cada extremo de la cubierta, con sus rostros vueltos el uno
hacia el otro, las cabezas inclinadas y las alas extendidas hacia arriba
“cubriendo la cubierta protectoramente”. (Éx 25:10, 11, 17-22; 37:6-9.) A esta
cubierta también se la conocía como “el propiciatorio”, o “cubierta
propiciatoria”. (Éx 25:17; Heb 9:5, nota; véase Propiciatorio.)
Para transportar el
arca, se suministraron largos varales, hechos también de madera de acacia
revestida de oro e insertados a través de dos anillos de oro a ambos lados del
cofre. Como estos varales no se debían quitar de sus anillos, nunca había
necesidad de que los portadores del arca la tocaran. En las esquinas había
cuatro patas, “patas para caminar, patas flexionadas como para caminar”, para
que no se apoyase directamente en el suelo, aunque no se sabe qué altura
tenían. (Commentary on the Old Testament, de C. F. Keil y F. Delitzsch, 1973,
vol. 1, “The Second Book of Moses”, pág. 167.) Parece que los anillos estaban
montados justo por encima de las patas, o quizás sobre ellas mismas. (Éx
25:12-16; Nú 4:5, 15; 1Re 8:8; 1Cr 15:15.)
Ceremonia de inauguración y uso
Bezalel
y los hombres de corazón sabio que le ayudaban se apegaron a las instrucciones
explícitas recibidas y construyeron el arca con los materiales que el pueblo
había contribuido. (Éx 35:5, 7, 10, 12; 37:1-9.) Un año después del éxodo,
finalizado y erigido el tabernáculo, Moisés puso dentro del arca las dos tablas
de la Ley. (Deuteronomio 10:1-5 menciona que durante unos pocos meses, desde el
momento en que Moisés recibió las tablas de la Ley en la montaña hasta que se
trasladaron al arca construida por Bezalel, estuvieron guardadas en un arca
provisional de madera de acacia hecha con ese fin.) Seguidamente, Moisés
introdujo los varales por los anillos del arca, le colocó la cubierta y la
llevó al tabernáculo. Una vez allí, puso en su lugar la pantalla que separaba
el Santo del Santísimo y después, como parte de la ceremonia inaugural, ungió
con aceite el arca y todos sus utensilios. A partir de entonces, siempre que
los sacerdotes desmontaran el tabernáculo para levantar el campamento,
emplearían la misma pantalla divisoria, además de una cubierta de pieles de
foca y una tela azul, para cubrir el arca con el fin de impedir que el pueblo
la mirase ‘por el más mínimo momento, y por lo tanto muriese’. (Éx 40:3, 9, 20,
21; Nú 3:30, 31; 4:5, 6, 19, 20; 7:9; Dt 10:8; 31:9; véase Tabernáculo.)
El
arca hacía las veces de archivo sagrado para conservar ciertos artículos que
servían de recordatorio o testimonio. Las dos tablas del Testimonio o los Diez
Mandamientos eran su principal contenido. (Éx 25:16.) También se guardó en ella
una “jarra de oro que contenía el maná y la vara de Aarón que echó botones”,
pero más tarde, en algún momento anterior a la construcción del templo de
Salomón, se sacaron de ella. (Heb 9:4; Éx 16:32-34; Nú 17:10; 1Re 8:9; 2Cr
5:10.) Poco antes de morir, Moisés dio una copia del “libro de la ley” a los
sacerdotes levitas y les dijo que la deberían guardar, no dentro, sino “al lado
del arca del pacto de Yahveh su Dios, [...] de testigo contra ti”. (Dt
31:24-26.)
Símbolo de la presencia de Dios
El
arca representó durante su existencia la presencia de Dios, quien prometió:
“Allí ciertamente me presentaré a ti, y hablaré contigo desde más arriba de la
cubierta, desde entre los dos querubines que están sobre el arca del
testimonio”. “En una nube apareceré encima de la cubierta.” (Éx 25:22; Le
16:2.) Samuel escribió que Yahveh ‘estaba sentado sobre los querubines’ (1Sa
4:4), de ahí que estos sirvieran como “la representación del carro” de Yahveh.
(1Cr 28:18.) Por lo tanto, “siempre que Moisés entraba en la tienda de reunión
para hablar con Yahveh, entonces oía la voz que conversaba con él desde más
arriba de la cubierta que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos
querubines; y le hablaba”. (Nú 7:89.) Más tarde, Josué y el sumo sacerdote
Finehás también inquirieron de Yahveh delante del arca. (Jos 7:6-10; Jue 20:27,
28.) Solo al sumo sacerdote le estaba permitido entrar en el Santísimo y ver el
arca un día al año, aunque no con el propósito de comunicarse con Yahveh, sino
para llevar a cabo la ceremonia del Día de Expiación. (Le 16:2, 3, 13, 15, 17;
Heb 9:7.) La presencia de Yahveh representada por el arca resultó en que el
pueblo de Israel disfrutase de otras bendiciones. Cuando el pueblo levantaba el
campamento, la costumbre era que el arca y la nube de Yahveh fuesen delante.
(Nú 10:33, 34.) Así, al tiempo de cruzar el Jordán, Yahveh detuvo el caudal del
río cuando los sacerdotes que llevaban el arca pisaron las aguas de la orilla,
y de ese modo se les permitió cruzar por el cauce seco. (Jos 3:1–4:18.)
Asimismo, en la marcha alrededor de Jericó, un contingente militar iba delante,
seguido de siete sacerdotes que tocaban el cuerno; luego iba el arca y por
último, las fuerzas de retaguardia. (Jos 6:3-13.) La victoria alcanzada en
Jericó contrasta con la derrota que tiempo atrás habían experimentado, cuando
un grupo de rebeldes intentó temerariamente iniciar la ocupación de la Tierra
Prometida, contraviniendo las instrucciones divinas y sin que ni ‘el arca del
pacto de Jehová ni Moisés se hubiesen movido de en medio del campamento’. (Nú
14:44, 45.) Hasta los filisteos, un pueblo enemigo, percibieron la presencia de
Yahveh cuando el arca estuvo en el campo de batalla. Atemorizados, gritaron:
“‘¡Dios ha entrado en el campamento [de Israel]!’ [...] ‘¡Ay de nosotros,
porque una cosa como esta nunca antes ha sucedido! ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos
salvará de la mano de este majestuoso Dios? Este es el Dios que fue golpeador
de Egipto con toda suerte de matanza en el desierto’”. (1Sa 4:6-8.)
La
presencia de Yahveh siguió haciéndose manifiesta cuando los filisteos se
apoderaron del arca y se la llevaron a Asdod para colocarla junto a la imagen
de Dagón. Aquella noche, la imagen de ese dios cayó rostro a tierra; a la noche
siguiente, la estatua cayó de nuevo delante del arca y quedó con la cabeza y
las palmas de las manos separadas del cuerpo. En el transcurso de los siete
meses siguientes, el arca fue pasando de una ciudad filistea a otra, y según
pasaba, plagaba a los filisteos con hemorroides, y dejó a Eqrón sumida en “una
confusión mortífera”, hasta que finalmente fue devuelta a Israel, junto con la
ofrenda por la culpa requerida. (1Sa 5:1–6:12.)
La
relación del arca con la presencia de Yahveh exigía que se la tratase con el
debido respeto y la más alta consideración. Debido a esto, tanto al ponerse en
marcha el arca como al posarse, Moisés pronunciaba expresiones de alabanza a
Yahveh. (Nú 10:35, 36.) Por otra parte, tal fue la impresión que causó en el
sumo sacerdote Elí oír que los filisteos se habían apoderado del arca, que
perdió el equilibrio, cayó de espaldas y se desnucó. Por el mismo motivo,
cuando su nuera estaba en la agonía de la muerte, dijo: “La gloria se ha ido de
Israel al destierro, porque el arca del Dios verdadero ha sido tomada”. (1Sa
4:18-22.) Posteriormente, el rey Salomón afirmó: “Los lugares a los que ha
venido el arca de Yahveh son cosa santa”. (2Cr 8:11.) El arca no era un amuleto
mágico, su sola presencia no garantizaba el éxito; más bien, las bendiciones de
Yahveh dependían de la condición espiritual y de la obediencia fiel de los que
la poseían. Por esta razón, los israelitas, acaudillados por Josué, sufrieron
una derrota en Hai debido a su infidelidad, a pesar de que el arca estaba en el
campamento. (Jos 7:1-6.) De manera similar, aunque los israelitas estaban
confiados porque el arca se hallaba entre sus fuerzas de combate, los filisteos
mataron a 30.000 soldados de Israel y hasta se apoderaron de ella. (1Sa
4:1-11.) La recuperación del arca de manos de los filisteos fue una ocasión de
gran regocijo, en la que se ofrecieron sacrificios y se expresaron gracias, lo
que no impidió que Yahveh ‘derribara al pueblo con gran matanza’. ¿Por qué?
“Porque habían mirado el arca de Yahveh”, una violación de su mandato expreso.
(1Sa 6:11-21; Nú 4:6, 20.) No se sabe con exactitud cuántos murieron en esa
ocasión. El texto masorético dice: “De modo que derribó entre el pueblo a
setenta hombres —cincuenta mil hombres—”. Esta construcción tan ambigua hace
pensar que la expresión “cincuenta mil hombres” es una interpolación. La
Versión Peshitta siriaca y una versión arábiga dicen que fueron derribados
“cinco mil setenta hombres”. El Targum de Jonatán relata: “Y él derribó a
setenta hombres entre los ancianos del pueblo, y a cincuenta mil entre la
congregación”. La Versión de los Setenta dice que “él derribó a setenta hombres
entre ellos, y a cincuenta mil de los hombres”, mientras que Josefo menciona
solo a setenta hombres. (Antigüedades Judías, libro VI, cap. I, sec. 4.)
Lugares donde se guardó el arca
El
arca no se guardó en un lugar permanente hasta que se erigió el templo de
Salomón. Cuando se completó la mayor parte de la conquista del país (c. 1467 a.
E.C.), se trasladó a Siló, donde al parecer permaneció (con la excepción del
tiempo que estuvo en Betel) hasta que la capturaron los filisteos. (Jos 18:1;
Jue 20:26, 27; 1Sa 3:3; 6:1.) Una vez recuperada, y de nuevo en el territorio
de Israel, estuvo primero en Bet-semes y después en Quiryat-jearim, donde
permaneció unos setenta años. (1Sa 6:11-14; 7:1, 2; 1Cr 13:5, 6.)
Según
el texto masorético, 1 Samuel 14:18 dice que durante los enfrentamientos del
pueblo de Israel con los filisteos, el rey Saúl pidió al sumo sacerdote Ahíya
que llevase el arca al campamento. Sin embargo, según la Septuaginta, Saúl le
dijo a Ahíya: “‘¡Acerca el efod!’ (Porque él llevaba el efod en aquel día
delante de Israel.)”.
David
tenía el buen deseo de trasladar el arca a Jerusalén, pero el procedimiento que
escogió en el primer intento provocó un desastre. En lugar de transportar el
arca con los varales sobre los hombros de los levitas qohatitas, de acuerdo con
las instrucciones conocidas, permitió que la colocasen sobre un carruaje. Las
reses que tiraban del carro estuvieron a punto de ocasionar un vuelco, y Uzah
fue partido por un rayo por agarrar el arca, una acción que la ley divina
condenaba explícitamente. (2Sa 6:2-11; 1Cr 13:1-11; 15:13; Nú 4:15.)
Por
fin fue trasladada a Jerusalén, transportada como era debido por los levitas
(1Cr 15:2, 15), y allí estuvo guardada en una tienda durante el resto del
reinado de David. (2Sa 6:12-19; 11:11.) Los sacerdotes quisieron llevársela
cuando huyeron con motivo de la rebelión de Absalón, pero David insistió en que
permaneciera en Jerusalén, pues confiaba en que Dios les permitiría a todos
regresar indemnes. (2Sa 15:24, 25, 29; 1Re 2:26.) Él anhelaba construir una
casa para poner en ella el arca, pero Dios postergó su edificación hasta el
reinado de Salomón. (2Sa 7:2-13; 1Re 8:20, 21; 1Cr 28:2, 6; 2Cr 1:4.) Fue
entonces, con motivo de la dedicación del templo, cuando se trasladó el arca de
la tienda en la que se hallaba en Sión al Santísimo del templo, que se había
edificado sobre el monte Moria, donde fue colocada bajo la sombra de las alas
de dos grandes querubines. El arca fue la única pieza de todo el mobiliario que
había estado en el tabernáculo que se llevó al templo de Salomón. (1Re 6:19;
8:1-11; 1Cr 22:19; 2Cr 5:2-10; 6:10, 11; véanse El templo de Salomón;
Querubín.)
Simbología judía
El
arca del pacto o alianza, era un icono donde la presencia de Dios mismo
residía. Los antiguos hebreos le tenían tal reverencia al arca que su morada
era el lugar Santísimo del tabernáculo de Dios, a donde nadie podía entrar sino
el Sumo Sacerdote una vez al año portando incienso, sangre de cordero sobre sí
y sobre todo estando libre de pecado, para no perecer a causa de la Presencia
de Dios.
Albergando
la palabra de Yaveh, las sinagogas poseen un cofre denominado hejal, que es
donde se preservan los rollos de la Torá y el cual simboliza el arca de la
Alianza.
Historia del arca
La
Biblia indica que el arca fue mandada construir por Moisés y su diseño ordenado
según Dios lo había dispuesto; fue usada en la conquista de Canaán y con ella
Josué consiguió abrirse paso en las aguas del Jordán al contacto de éstas con
el arca, y durante siete días fue paseada en torno de Jericó, que cayó luego en
poder de dicho caudillo.
El
arca fue fijada en Silo. Durante la época de Elí y Samuel, sucedió uno de los
episodios más impresionantes del que se cuenta acerca del arca de Dios. Durante
una cruenta guerra contra los filisteos fue llevada al campamento israelita con
el objeto de levantar la moral de los guerreros. Pero después de una trágica
derrota del pueblo hebreo, donde también murieron los dos hijos del juez y
sacerdote israelita Elí, los filisteos la tomaron como un valiosísimo trofeo,
dando lugar a un verdadero luto en todo el país de Israel. En poder de aquellos
estuvo unos meses, aconteciendo que desde el momento que fue llevada al templo
de la gigantesca estatua del dios Dagón en Asdod, éste quedó dos noches
consecutivas postrado delante del arca, sólo que la segunda vez decapitado y
sin las manos, a lo que siguió una ola de estragos, desastres y plagas azotando
todo aquel país. Los filisteos, horrorizados por aquellos sucesos, habían
dejado que el arca fuese sola en un carro tirado por dos vacas. Después los
animales pararon en Bethsames: varios habitantes de aquel lugar murieron por el
trato poco reverente que dieron al objeto sagrado.
De
allí fue trasladada a Gabaá. Luego Saúl la habría utilizado en la campaña
contra los filisteos. Posteriormente David con un acompañamiento solemne la
habría trasladado a Sión. Sin embargo, de camino a Sión había ocurrido un
accidente: Uza, un encargado del arca, quiso sostenerla en un momento de
bamboleo y cayó muerto de repente. David atemorizado la dejó durante meses en
casa de Obededom. Seguidamente, desde Sión la reliquia fue instalada en el
majestuoso templo de Salomón en tiempos de su reinado en Jerusalén.
Luego,
desde que Nabucodonosor II, rey de Babilonia, invadió Jerusalén, destruyendo el
templo y saqueando todos los objetos valiosos del mismo, el arca
previsoriamente fue llevada y colocada en un lugar seguro y secreto antes de la
invasión y posterior deportación de los judíos. Precisamente -en ese tiempo de
la destrucción del Templo- Jeremías es el profeta ungido responsable de hablar.
Según el registro de los Macabeos, Jeremías tomó el arca -lo cual representaba
el trono de Dios- para ocultarla en el Monte Nebo:
Leamos en 2 Macabeos
2:4-8 (este libro solo aparece en la biblia con el canon alejandrino)
"El
profeta, después de una revelación, mandó llevar consigo la tienda y el arca; y
cómo salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad
de Dios. Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma de cueva; allí
metió la Tienda, el arca y el altar del incienso, y tapó la entrada. Volvieron
algunos de sus acompañantes para marcar el camino, pero no pudieron
encontrarlo. En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: "Este
lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea
propicio. El Señor entonces mostrará todo esto; y aparecerá la gloria del Señor
y la Nube, como se mostraba en tiempo de Moisés, cuando Salomón rogó que el
Lugar fuera solemnemente consagrado".
Jeremías diría
que esa arca, el antiguo "trono de Dios", perdería importancia
espiritual y sería sustituida por la presencia de Dios entre su pueblo:
"Y
sucederá que en aquellos días... -declara el Señor- no se dirá más: "arca
del pacto del Señor"; no les vendrá a la mente ni la recordarán, no la
echarán de menos ni será hecha de nuevo. En aquel tiempo llamarán a Jerusalén:
"Trono del Señor"; y todas las naciones acudirán a ella, a Jerusalén,
a causa del nombre del Señor; y no andarán más tras la terquedad de su malvado
corazón." (Jeremías 3:16-17)
"Y el
templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el
templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y gran granizo."
(Revelación/Apocalipsis 11:19)
Ubicación actual del Arca
Oculta en el Monte Nebo
El
Libro II de los Macabeos, cap. 2, ver. 4-10), contiene referencia de unos
escritos que mencionan que el profeta Jeremías siendo advertido por
Hashem(Di-s)" antes de la invasión babilónica, movió el arca desde el
Templo, y la hizo enterrar en una cueva del Monte Nebo.
En
este sentido, cabe mencionar que, a partir de esta ubicación, existen numerosas
teorías o historias "no probadas" y sin fundamento serio, que
postulan que posiblemente habría sido encontrada e incluso posiblemente llevada
a algún otro lugar.
La
tribu africana Lemba, la cual presume de ascendencia israelita, ha afirmado en
sus tradiciones que sus antepasados, cuando llegaron al sur de África, trajeron
consigo una reliquia sagrada llamada Ngoma lungundu o "la voz de
Dios", la cual estuvo un tiempo escondida en una cueva profunda en las
montañas Dumghe, su hogar espiritual hasta que fue llevada a un museo, donde se
encuentra actualmente.
A
partir de ello, el investigador Tudor Parfitt, que tiene un enfoque literalista
de la historia bíblica, postula en su investigación que el Ngoma lungundu está
relacionada con el arca. Su hipótesis se basa en que el objeto descrito por el
pueblo Lemba posee atributos similares al arca, tales como que el Ngoma
lungundu es de tamaño parecido, que fue trasladado sólo por los sacerdotes, que
no se le permitió tocar el suelo, que fue venerado como una voz de su Dios, o
que se utilizó como un arma de gran poder.
Parfitt
analizó este artefacto con radio-carbono, datándolo en una fecha aproximada al
año 1350, lo que coincidió con el repentino final de la Gran Zimbabue. Parfitt
sugiere que la Ngoma lungundu que se encontró, es la descendiente de la bíblica
arca, y que ésta fue reconstruida a través de la historia. Parfitt ofrece la
sugerencia de que el arca bíblica, al igual que la Ngoma lungundu, era una
estructura de madera cubierta con un pedazo de cuero, y que siempre ha sido un
tambor, así como un arma de algún tipo, al igual que el Ngoma. Sin embargo,
esta última hipótesis es rechazada por otros arqueólogos e historiadores, al no
poder ser probada.
En
1989, un periodista británico, Graham Hancock, aseguró que la legendaria arca
perdida no se encontraba perdida sino a salvo en un templo de Etiopía.
Posteriormente han aparecido pruebas arqueológicas que han sustentado esta
teoría. Esta teoría se basa en relatos pertenecientes a la iglesia cristiana
Copta en Etiopía, que indican que el arca de la Alianza habría sido trasladada
secretamente hacía más de 1000 años. (650 a.c.).
Cuenta
el libro sagrado de Etiopía, el Kebra Nagast, que en tiempos de Salomón, la
Reina de Saba visitó Jerusalén atraída por la sabiduría de su Rey. La Reina de
Saba comenzó a ejercer una irresistible atracción sobre el hijo de David, quien
pese a sus riquezas e inteligencia no lograba seducir a la bella soberana.
Llegaba la hora de su partida a Saba y Salomón consiguió arrancarle una
promesa: que en el caso de que se llevase consigo algún bien preciado del
reino, consentiría a cambio yacer con él una sola noche. La víspera del viaje,
Salomón ofreció a su invitada una cena de exquisitos manjares. Astutamente
ordenó que se sazonaran con abundante sal y picantes especias. Tras los
postres, la reina tuvo que beber abundante agua para calmar la sed. ¡Qué bien
es el más preciado sino el agua! Rota la promesa, la reina de Saba cumplió y de
aquella única unión nació Menelik I, futuro rey de Etiopía. Relatos indican que
años más tarde el joven Menelik fue enviado para recibir educación a casa de su
padre en Jerusalén. Pocos años después, a pesar de los esfuerzos de Salomón
para que su hijo se quedara, Menelik regresó a Etiopía. La tradición cuenta
que, seducido por sus ayudantes, se llevó consigo el arca (algunas teorías
postulan que para poder llevarse el arca existió un posible cambio del arca
original por el de una copia del arca que Menelik debía llevarse; siendo
posiblemente que esa copia sea el arca que se dice fue ocultada en Jordania;
otras teorías, en cambio, postulan la posible existencia de dos arcas
originales o que tenían la misma importancia, en donde en cada una se guardó
posiblemente una de las Tablas de la Ley, siendo una de ellas la que fue
llevada a Etiopía).
Posteriormente
los relatos indican que permaneció primeramente en un templo en la isla de
Elefantina cerca del río Nilo. Luego se relata cómo el arca de la Alianza
habría sido colocada en una especie de tabernáculo en la isla de Tana Cherkos
(Tana Kirkos), ubicada en el lago Tana (lago Tano), donde permaneció durante
800 años.
Los
relatos señalan que pasado estos 800 años, el rey Ezana de Etiopía decidió
trasladar el arca a Axum, siendo finalmente guardada en la Iglesia de Nuestra
Señora de Sion. Según los etíopes, es el lugar en donde hasta hoy en día aún
permanece y es cuidada por un sacerdote. Este sacerdote, según sus tradiciones,
sería un descendiente de uno de los levitas, quienes ayudaban a trasladar y
cuidar el arca en sus viajes. Este sacerdote es la única persona a quien se le
permite ver el arca de la Alianza guardada en la iglesia de Nuestra Señora de
Sion, al igual que ocurría con los levitas según la tradición judía; es por
ello que no se ha podido ratificar su permanencia real en esta iglesia, aunque
todas las pruebas arqueológicas indicarían que esta teoría sería auténtica.
Entre las variadas pruebas
arqueológicas, hay reliquias pertenecientes al pueblo judío de la época del
arca, y que pertenecerían al templo de Jerusalén.
Esta
última teoría además se sustenta en que extrañamente el arca es el punto
central del culto y la adoración cristiana en Etiopía: cada uno de los 20.000
templos de Etiopía contiene una réplica del arca de la Alianza. El libro
sagrado de Etiopía, el Kebra Nagast cuenta la historia del traslado del arca,
gracias a Menelik I. Cuando el Rey Salomón se dio cuenta del robo pensó en
enviar un ejército a perseguir a su hijo, pero él también soñó que era la
voluntad de Dios y mantuvo la desaparición del arca en secreto. La versión
respecto a Makeda y Salomón, en la tradición judío ortodoxa de la falasha de
Etiopía, es prácticamente idéntica a la del Kebre Negest. A pesar de ser una
historia desestimada por los historiadores occidentales, los etíopes la aceptan
sin dudar. Están convencidos que el arca original fue llevada a Axum en el
primer milenio antes de Cristo y que permanece ahí desde entonces.
Recientemente,
el Abune de Etiopía (Iglesia ortodoxa etíope) afirma haber visto el Arca de la
Alianza.
Escondida en el Pozo del Dinero en la Isla del Roble
Una
teoría (de la que no hay muchas pruebas) asegura que después de la Tercera
Cruzada, los Caballeros Templarios (lo más probable es que haya sido un grupo
francés de esta orden) se la habrían llevado a Escocia, donde la familia noble
Sinclair, los habría ayudado a llevarla a un lugar más alejado y por tanto más
seguro. Este lugar sería una isla cerca de Nueva Escocia llamada Isla del Roble
o Oak Island (en inglés). En esa isla se encuentra un pozo, apodado el pozo del
dinero, famoso por la inaccesibilidad de su fondo (donde podrían encontrarse
variadas cosas, desde los manuscritos originales de William Shakespeare, las
joyas de María Antonieta, el Santo Grial, un tesoro de Barbanegra o, como
plantea esta teoría, el arca de la Alianza) y el misterio que lo rodea, ya que
nadie sabe con certeza quién lo construyó o cuándo, aunque se propone que
fueron integrantes de la flota naval francesa, cosa que sería viable dada la
gran influencia templaria en esa zona (siendo una de las principales pruebas,
que el último caballero templario de la historia Jacques de Molay , fuera
francés).
Oculta debajo del Monte de la Calavera en Jerusalén
Ron
Wyatt (1933-1999), un arqueólogo bíblico aficionado famoso por afirmar haber
descubierto numerosos lugares y artefactos relacionados con la arqueología
bíblica, la ubica en lo que se denomina el Jardín de la Tumba, en el Monte de
la Calavera de Jerusalén. Aunque sus numerosos descubrimientos han sido
desmentidos por científicos, historiadores y eruditos bíblicos, el trabajo de
Wyatt sigue teniendo algunos seguidores entre grupos fundamentalistas
cristianos.
Curiosidades
Una
explicación a las muertes que sufrían las personas que tocaban el arca puede
deberse a la forma que estaba hecha: Placas de oro por dentro y fuera,
separadas por madera de acacia; lo que es muy similar a un Condensador
eléctrico formado por un par de superficies conductoras separadas por un
material dieléctrico. En un entorno seco, puede acumular mucha electricidad
estática. Esto explicaría las muertes de los filisteos nombradas anteriormente
y el texto:
"6:6
Cuando llegaron a la era de Nacón, Uzá extendió su mano hacia el arca de Dios y
la sostuvo, porque los bueyes habían resbalado. 6:7 Entonces la ira del Señor
se encendió contra Uzá, y Dios lo hirió allí mismo por ese error. Así él murió
junto al arca de Dios."
2ª de Samuel, cap. 6.
Curiosamente
el arca se transportaba con varas de madera (aislantes) por sacerdotes vestidos
con un Efod. Los sacerdotes tenían una cadena de oro lo que se ha interpretado
como forma de disipar a tierra la energía.
- La denominación "arca de la Alianza" se aplica simbólicamente a la Virgen María en las letanías lauretanas.
- Hay mucho misticismo con respecto a las diversas y posibles ubicaciones del arca. Se manejan teorías o hipótesis tan variadas como que posiblemente se encontrase cerca de Roma tras el saqueo de Jerusalén por parte de los romanos, y de ahí se conservase o se hubiese sustraído hacia Francia. E incluso que hubiese sido conseguida posteriormente de Jordania por los templarios en sus excavaciones, tras habérsela ocultado a los romanos, y de nuevo los templarios colocaran ésta en distinto paradero.
- La película Raiders of the Lost Ark (En busca del arca perdida) se basa en la búsqueda del arca por el aventurero Indiana Jones, el cual la descubre escondida cerca de El Cairo, Egipto.
VIDEO DEL ARCA DE LA ALIANZA
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