miércoles, 24 de diciembre de 2014

LA HISTORIA DEL ARCA DE LA ALIANZA

BREVE HISTORIA DEL ARCA DE LA ALIANZA










Según la tradición judía y cristiana, el arca de la Alianza era un cofre sagrado ubicado en el Lugar Santísimo (en hebreo, Kodesh ha-Kodashím) del Tabernáculo, que más tarde se colocó en el Templo construido por Salomón. Se hizo por mandato de Yahveh y según su diseño.

Según narra el Libro del Éxodo de la Biblia, dicho cofre contenía las Tablas de la Ley: tablas de piedra en las cuales figuraban inscritos los Diez Mandamientos que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí.

Los autores de la Biblia emplearon más de veinte expresiones diferentes para referirse al arca, siendo las más comunes: “el arca de la Alianza” (heb. ʼaróhn hab·beríth; gr. ki·bō·tós tēs di·a·thḗ·kēs; Jos 3:6; Heb 9:4) y “el arca del testimonio” (Éx 25:22), expresiones que no son privativas de ningún escritor en particular y que se usan indistintamente. También es conocida como arca del Convenio, o arca del Pacto (hebreo: ארון הברית), nombrada también como arca de Yahveh.




Modelo y diseño




Lo primero que Yahveh le detalló a Moisés cuando le dio las instrucciones para construir el tabernáculo fue el modelo y el diseño del arca, dado que iba a ser el objeto principal y más importante no solo del tabernáculo, sino también de todo el campamento de Israel. El cofre en sí mismo medía 2,5 codos de largo, 1,5 de ancho y 1,5 de alto (111 cm. × 67 cm. × 67 cm.), y estaba hecho de madera de acacia, revestido de oro puro tanto por dentro como por fuera. Coronaba el arca un artístico “borde de oro” en forma de guirnalda “sobre ella [...] en derredor”. La segunda parte del arca, su cubierta, estaba hecha de oro macizo, no meramente de madera revestida, y tenía la misma longitud y anchura que el cofre. Sobre esta cubierta había montados dos querubines de oro de labor a martillo, uno a cada extremo de la cubierta, con sus rostros vueltos el uno hacia el otro, las cabezas inclinadas y las alas extendidas hacia arriba “cubriendo la cubierta protectoramente”. (Éx 25:10, 11, 17-22; 37:6-9.) A esta cubierta también se la conocía como “el propiciatorio”, o “cubierta propiciatoria”. (Éx 25:17; Heb 9:5, nota; véase Propiciatorio.)

Para transportar el arca, se suministraron largos varales, hechos también de madera de acacia revestida de oro e insertados a través de dos anillos de oro a ambos lados del cofre. Como estos varales no se debían quitar de sus anillos, nunca había necesidad de que los portadores del arca la tocaran. En las esquinas había cuatro patas, “patas para caminar, patas flexionadas como para caminar”, para que no se apoyase directamente en el suelo, aunque no se sabe qué altura tenían. (Commentary on the Old Testament, de C. F. Keil y F. Delitzsch, 1973, vol. 1, “The Second Book of Moses”, pág. 167.) Parece que los anillos estaban montados justo por encima de las patas, o quizás sobre ellas mismas. (Éx 25:12-16; Nú 4:5, 15; 1Re 8:8; 1Cr 15:15.)




Ceremonia de inauguración y uso



Bezalel y los hombres de corazón sabio que le ayudaban se apegaron a las instrucciones explícitas recibidas y construyeron el arca con los materiales que el pueblo había contribuido. (Éx 35:5, 7, 10, 12; 37:1-9.) Un año después del éxodo, finalizado y erigido el tabernáculo, Moisés puso dentro del arca las dos tablas de la Ley. (Deuteronomio 10:1-5 menciona que durante unos pocos meses, desde el momento en que Moisés recibió las tablas de la Ley en la montaña hasta que se trasladaron al arca construida por Bezalel, estuvieron guardadas en un arca provisional de madera de acacia hecha con ese fin.) Seguidamente, Moisés introdujo los varales por los anillos del arca, le colocó la cubierta y la llevó al tabernáculo. Una vez allí, puso en su lugar la pantalla que separaba el Santo del Santísimo y después, como parte de la ceremonia inaugural, ungió con aceite el arca y todos sus utensilios. A partir de entonces, siempre que los sacerdotes desmontaran el tabernáculo para levantar el campamento, emplearían la misma pantalla divisoria, además de una cubierta de pieles de foca y una tela azul, para cubrir el arca con el fin de impedir que el pueblo la mirase ‘por el más mínimo momento, y por lo tanto muriese’. (Éx 40:3, 9, 20, 21; Nú 3:30, 31; 4:5, 6, 19, 20; 7:9; Dt 10:8; 31:9; véase Tabernáculo.)

El arca hacía las veces de archivo sagrado para conservar ciertos artículos que servían de recordatorio o testimonio. Las dos tablas del Testimonio o los Diez Mandamientos eran su principal contenido. (Éx 25:16.) También se guardó en ella una “jarra de oro que contenía el maná y la vara de Aarón que echó botones”, pero más tarde, en algún momento anterior a la construcción del templo de Salomón, se sacaron de ella. (Heb 9:4; Éx 16:32-34; Nú 17:10; 1Re 8:9; 2Cr 5:10.) Poco antes de morir, Moisés dio una copia del “libro de la ley” a los sacerdotes levitas y les dijo que la deberían guardar, no dentro, sino “al lado del arca del pacto de Yahveh su Dios, [...] de testigo contra ti”. (Dt 31:24-26.)




Símbolo de la presencia de Dios





El arca representó durante su existencia la presencia de Dios, quien prometió: “Allí ciertamente me presentaré a ti, y hablaré contigo desde más arriba de la cubierta, desde entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio”. “En una nube apareceré encima de la cubierta.” (Éx 25:22; Le 16:2.) Samuel escribió que Yahveh ‘estaba sentado sobre los querubines’ (1Sa 4:4), de ahí que estos sirvieran como “la representación del carro” de Yahveh. (1Cr 28:18.) Por lo tanto, “siempre que Moisés entraba en la tienda de reunión para hablar con Yahveh, entonces oía la voz que conversaba con él desde más arriba de la cubierta que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines; y le hablaba”. (Nú 7:89.) Más tarde, Josué y el sumo sacerdote Finehás también inquirieron de Yahveh delante del arca. (Jos 7:6-10; Jue 20:27, 28.) Solo al sumo sacerdote le estaba permitido entrar en el Santísimo y ver el arca un día al año, aunque no con el propósito de comunicarse con Yahveh, sino para llevar a cabo la ceremonia del Día de Expiación. (Le 16:2, 3, 13, 15, 17; Heb 9:7.) La presencia de Yahveh representada por el arca resultó en que el pueblo de Israel disfrutase de otras bendiciones. Cuando el pueblo levantaba el campamento, la costumbre era que el arca y la nube de Yahveh fuesen delante. (Nú 10:33, 34.) Así, al tiempo de cruzar el Jordán, Yahveh detuvo el caudal del río cuando los sacerdotes que llevaban el arca pisaron las aguas de la orilla, y de ese modo se les permitió cruzar por el cauce seco. (Jos 3:1–4:18.) Asimismo, en la marcha alrededor de Jericó, un contingente militar iba delante, seguido de siete sacerdotes que tocaban el cuerno; luego iba el arca y por último, las fuerzas de retaguardia. (Jos 6:3-13.) La victoria alcanzada en Jericó contrasta con la derrota que tiempo atrás habían experimentado, cuando un grupo de rebeldes intentó temerariamente iniciar la ocupación de la Tierra Prometida, contraviniendo las instrucciones divinas y sin que ni ‘el arca del pacto de Jehová ni Moisés se hubiesen movido de en medio del campamento’. (Nú 14:44, 45.) Hasta los filisteos, un pueblo enemigo, percibieron la presencia de Yahveh cuando el arca estuvo en el campo de batalla. Atemorizados, gritaron: “‘¡Dios ha entrado en el campamento [de Israel]!’ [...] ‘¡Ay de nosotros, porque una cosa como esta nunca antes ha sucedido! ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos salvará de la mano de este majestuoso Dios? Este es el Dios que fue golpeador de Egipto con toda suerte de matanza en el desierto’”. (1Sa 4:6-8.)

La presencia de Yahveh siguió haciéndose manifiesta cuando los filisteos se apoderaron del arca y se la llevaron a Asdod para colocarla junto a la imagen de Dagón. Aquella noche, la imagen de ese dios cayó rostro a tierra; a la noche siguiente, la estatua cayó de nuevo delante del arca y quedó con la cabeza y las palmas de las manos separadas del cuerpo. En el transcurso de los siete meses siguientes, el arca fue pasando de una ciudad filistea a otra, y según pasaba, plagaba a los filisteos con hemorroides, y dejó a Eqrón sumida en “una confusión mortífera”, hasta que finalmente fue devuelta a Israel, junto con la ofrenda por la culpa requerida. (1Sa 5:1–6:12.)


La relación del arca con la presencia de Yahveh exigía que se la tratase con el debido respeto y la más alta consideración. Debido a esto, tanto al ponerse en marcha el arca como al posarse, Moisés pronunciaba expresiones de alabanza a Yahveh. (Nú 10:35, 36.) Por otra parte, tal fue la impresión que causó en el sumo sacerdote Elí oír que los filisteos se habían apoderado del arca, que perdió el equilibrio, cayó de espaldas y se desnucó. Por el mismo motivo, cuando su nuera estaba en la agonía de la muerte, dijo: “La gloria se ha ido de Israel al destierro, porque el arca del Dios verdadero ha sido tomada”. (1Sa 4:18-22.) Posteriormente, el rey Salomón afirmó: “Los lugares a los que ha venido el arca de Yahveh son cosa santa”. (2Cr 8:11.) El arca no era un amuleto mágico, su sola presencia no garantizaba el éxito; más bien, las bendiciones de Yahveh dependían de la condición espiritual y de la obediencia fiel de los que la poseían. Por esta razón, los israelitas, acaudillados por Josué, sufrieron una derrota en Hai debido a su infidelidad, a pesar de que el arca estaba en el campamento. (Jos 7:1-6.) De manera similar, aunque los israelitas estaban confiados porque el arca se hallaba entre sus fuerzas de combate, los filisteos mataron a 30.000 soldados de Israel y hasta se apoderaron de ella. (1Sa 4:1-11.) La recuperación del arca de manos de los filisteos fue una ocasión de gran regocijo, en la que se ofrecieron sacrificios y se expresaron gracias, lo que no impidió que Yahveh ‘derribara al pueblo con gran matanza’. ¿Por qué? “Porque habían mirado el arca de Yahveh”, una violación de su mandato expreso. (1Sa 6:11-21; Nú 4:6, 20.) No se sabe con exactitud cuántos murieron en esa ocasión. El texto masorético dice: “De modo que derribó entre el pueblo a setenta hombres —cincuenta mil hombres—”. Esta construcción tan ambigua hace pensar que la expresión “cincuenta mil hombres” es una interpolación. La Versión Peshitta siriaca y una versión arábiga dicen que fueron derribados “cinco mil setenta hombres”. El Targum de Jonatán relata: “Y él derribó a setenta hombres entre los ancianos del pueblo, y a cincuenta mil entre la congregación”. La Versión de los Setenta dice que “él derribó a setenta hombres entre ellos, y a cincuenta mil de los hombres”, mientras que Josefo menciona solo a setenta hombres. (Antigüedades Judías, libro VI, cap. I, sec. 4.)



Lugares donde se guardó el arca




El arca no se guardó en un lugar permanente hasta que se erigió el templo de Salomón. Cuando se completó la mayor parte de la conquista del país (c. 1467 a. E.C.), se trasladó a Siló, donde al parecer permaneció (con la excepción del tiempo que estuvo en Betel) hasta que la capturaron los filisteos. (Jos 18:1; Jue 20:26, 27; 1Sa 3:3; 6:1.) Una vez recuperada, y de nuevo en el territorio de Israel, estuvo primero en Bet-semes y después en Quiryat-jearim, donde permaneció unos setenta años. (1Sa 6:11-14; 7:1, 2; 1Cr 13:5, 6.)


Según el texto masorético, 1 Samuel 14:18 dice que durante los enfrentamientos del pueblo de Israel con los filisteos, el rey Saúl pidió al sumo sacerdote Ahíya que llevase el arca al campamento. Sin embargo, según la Septuaginta, Saúl le dijo a Ahíya: “‘¡Acerca el efod!’ (Porque él llevaba el efod en aquel día delante de Israel.)”.



David tenía el buen deseo de trasladar el arca a Jerusalén, pero el procedimiento que escogió en el primer intento provocó un desastre. En lugar de transportar el arca con los varales sobre los hombros de los levitas qohatitas, de acuerdo con las instrucciones conocidas, permitió que la colocasen sobre un carruaje. Las reses que tiraban del carro estuvieron a punto de ocasionar un vuelco, y Uzah fue partido por un rayo por agarrar el arca, una acción que la ley divina condenaba explícitamente. (2Sa 6:2-11; 1Cr 13:1-11; 15:13; Nú 4:15.)


Por fin fue trasladada a Jerusalén, transportada como era debido por los levitas (1Cr 15:2, 15), y allí estuvo guardada en una tienda durante el resto del reinado de David. (2Sa 6:12-19; 11:11.) Los sacerdotes quisieron llevársela cuando huyeron con motivo de la rebelión de Absalón, pero David insistió en que permaneciera en Jerusalén, pues confiaba en que Dios les permitiría a todos regresar indemnes. (2Sa 15:24, 25, 29; 1Re 2:26.) Él anhelaba construir una casa para poner en ella el arca, pero Dios postergó su edificación hasta el reinado de Salomón. (2Sa 7:2-13; 1Re 8:20, 21; 1Cr 28:2, 6; 2Cr 1:4.) Fue entonces, con motivo de la dedicación del templo, cuando se trasladó el arca de la tienda en la que se hallaba en Sión al Santísimo del templo, que se había edificado sobre el monte Moria, donde fue colocada bajo la sombra de las alas de dos grandes querubines. El arca fue la única pieza de todo el mobiliario que había estado en el tabernáculo que se llevó al templo de Salomón. (1Re 6:19; 8:1-11; 1Cr 22:19; 2Cr 5:2-10; 6:10, 11; véanse El templo de Salomón; Querubín.)


Simbología judía



El arca del pacto o alianza, era un icono donde la presencia de Dios mismo residía. Los antiguos hebreos le tenían tal reverencia al arca que su morada era el lugar Santísimo del tabernáculo de Dios, a donde nadie podía entrar sino el Sumo Sacerdote una vez al año portando incienso, sangre de cordero sobre sí y sobre todo estando libre de pecado, para no perecer a causa de la Presencia de Dios.


Albergando la palabra de Yaveh, las sinagogas poseen un cofre denominado hejal, que es donde se preservan los rollos de la Torá y el cual simboliza el arca de la Alianza.







Historia del arca





La Biblia indica que el arca fue mandada construir por Moisés y su diseño ordenado según Dios lo había dispuesto; fue usada en la conquista de Canaán y con ella Josué consiguió abrirse paso en las aguas del Jordán al contacto de éstas con el arca, y durante siete días fue paseada en torno de Jericó, que cayó luego en poder de dicho caudillo.









El arca fue fijada en Silo. Durante la época de Elí y Samuel, sucedió uno de los episodios más impresionantes del que se cuenta acerca del arca de Dios. Durante una cruenta guerra contra los filisteos fue llevada al campamento israelita con el objeto de levantar la moral de los guerreros. Pero después de una trágica derrota del pueblo hebreo, donde también murieron los dos hijos del juez y sacerdote israelita Elí, los filisteos la tomaron como un valiosísimo trofeo, dando lugar a un verdadero luto en todo el país de Israel. En poder de aquellos estuvo unos meses, aconteciendo que desde el momento que fue llevada al templo de la gigantesca estatua del dios Dagón en Asdod, éste quedó dos noches consecutivas postrado delante del arca, sólo que la segunda vez decapitado y sin las manos, a lo que siguió una ola de estragos, desastres y plagas azotando todo aquel país. Los filisteos, horrorizados por aquellos sucesos, habían dejado que el arca fuese sola en un carro tirado por dos vacas. Después los animales pararon en Bethsames: varios habitantes de aquel lugar murieron por el trato poco reverente que dieron al objeto sagrado.










De allí fue trasladada a Gabaá. Luego Saúl la habría utilizado en la campaña contra los filisteos. Posteriormente David con un acompañamiento solemne la habría trasladado a Sión. Sin embargo, de camino a Sión había ocurrido un accidente: Uza, un encargado del arca, quiso sostenerla en un momento de bamboleo y cayó muerto de repente. David atemorizado la dejó durante meses en casa de Obededom. Seguidamente, desde Sión la reliquia fue instalada en el majestuoso templo de Salomón en tiempos de su reinado en Jerusalén.






Luego, desde que Nabucodonosor II, rey de Babilonia, invadió Jerusalén, destruyendo el templo y saqueando todos los objetos valiosos del mismo, el arca previsoriamente fue llevada y colocada en un lugar seguro y secreto antes de la invasión y posterior deportación de los judíos. Precisamente -en ese tiempo de la destrucción del Templo- Jeremías es el profeta ungido responsable de hablar. Según el registro de los Macabeos, Jeremías tomó el arca -lo cual representaba el trono de Dios- para ocultarla en el Monte Nebo:




Leamos en 2 Macabeos 2:4-8 (este libro solo aparece en la biblia con el canon alejandrino)



"El profeta, después de una revelación, mandó llevar consigo la tienda y el arca; y cómo salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios. Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma de cueva; allí metió la Tienda, el arca y el altar del incienso, y tapó la entrada. Volvieron algunos de sus acompañantes para marcar el camino, pero no pudieron encontrarlo. En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: "Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea propicio. El Señor entonces mostrará todo esto; y aparecerá la gloria del Señor y la Nube, como se mostraba en tiempo de Moisés, cuando Salomón rogó que el Lugar fuera solemnemente consagrado".




Jeremías diría que esa arca, el antiguo "trono de Dios", perdería importancia espiritual y sería sustituida por la presencia de Dios entre su pueblo:



"Y sucederá que en aquellos días... -declara el Señor- no se dirá más: "arca del pacto del Señor"; no les vendrá a la mente ni la recordarán, no la echarán de menos ni será hecha de nuevo. En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: "Trono del Señor"; y todas las naciones acudirán a ella, a Jerusalén, a causa del nombre del Señor; y no andarán más tras la terquedad de su malvado corazón." (Jeremías 3:16-17)




"Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y gran granizo." (Revelación/Apocalipsis 11:19)




Ubicación actual del Arca




Actualmente existen diversas teorías sobre la ubicación actual del arca de la Alianza. Entre ellas destacan las cinco más conocidas, las cuales se citan a continuación:













Oculta en el Monte Nebo





El Libro II de los Macabeos, cap. 2, ver. 4-10), contiene referencia de unos escritos que mencionan que el profeta Jeremías siendo advertido por Hashem(Di-s)" antes de la invasión babilónica, movió el arca desde el Templo, y la hizo enterrar en una cueva del Monte Nebo.







En este sentido, cabe mencionar que, a partir de esta ubicación, existen numerosas teorías o historias "no probadas" y sin fundamento serio, que postulan que posiblemente habría sido encontrada e incluso posiblemente llevada a algún otro lugar.








                                                                               Llevada a Zimbabue





La tribu africana Lemba, la cual presume de ascendencia israelita, ha afirmado en sus tradiciones que sus antepasados, cuando llegaron al sur de África, trajeron consigo una reliquia sagrada llamada Ngoma lungundu o "la voz de Dios", la cual estuvo un tiempo escondida en una cueva profunda en las montañas Dumghe, su hogar espiritual hasta que fue llevada a un museo, donde se encuentra actualmente.


















A partir de ello, el investigador Tudor Parfitt, que tiene un enfoque literalista de la historia bíblica, postula en su investigación que el Ngoma lungundu está relacionada con el arca. Su hipótesis se basa en que el objeto descrito por el pueblo Lemba posee atributos similares al arca, tales como que el Ngoma lungundu es de tamaño parecido, que fue trasladado sólo por los sacerdotes, que no se le permitió tocar el suelo, que fue venerado como una voz de su Dios, o que se utilizó como un arma de gran poder.




Parfitt analizó este artefacto con radio-carbono, datándolo en una fecha aproximada al año 1350, lo que coincidió con el repentino final de la Gran Zimbabue. Parfitt sugiere que la Ngoma lungundu que se encontró, es la descendiente de la bíblica arca, y que ésta fue reconstruida a través de la historia. Parfitt ofrece la sugerencia de que el arca bíblica, al igual que la Ngoma lungundu, era una estructura de madera cubierta con un pedazo de cuero, y que siempre ha sido un tambor, así como un arma de algún tipo, al igual que el Ngoma. Sin embargo, esta última hipótesis es rechazada por otros arqueólogos e historiadores, al no poder ser probada.







Guardada en una iglesia de Etiopía






En 1989, un periodista británico, Graham Hancock, aseguró que la legendaria arca perdida no se encontraba perdida sino a salvo en un templo de Etiopía. Posteriormente han aparecido pruebas arqueológicas que han sustentado esta teoría. Esta teoría se basa en relatos pertenecientes a la iglesia cristiana Copta en Etiopía, que indican que el arca de la Alianza habría sido trasladada secretamente hacía más de 1000 años. (650 a.c.).









Cuenta el libro sagrado de Etiopía, el Kebra Nagast, que en tiempos de Salomón, la Reina de Saba visitó Jerusalén atraída por la sabiduría de su Rey. La Reina de Saba comenzó a ejercer una irresistible atracción sobre el hijo de David, quien pese a sus riquezas e inteligencia no lograba seducir a la bella soberana. Llegaba la hora de su partida a Saba y Salomón consiguió arrancarle una promesa: que en el caso de que se llevase consigo algún bien preciado del reino, consentiría a cambio yacer con él una sola noche. La víspera del viaje, Salomón ofreció a su invitada una cena de exquisitos manjares. Astutamente ordenó que se sazonaran con abundante sal y picantes especias. Tras los postres, la reina tuvo que beber abundante agua para calmar la sed. ¡Qué bien es el más preciado sino el agua! Rota la promesa, la reina de Saba cumplió y de aquella única unión nació Menelik I, futuro rey de Etiopía. Relatos indican que años más tarde el joven Menelik fue enviado para recibir educación a casa de su padre en Jerusalén. Pocos años después, a pesar de los esfuerzos de Salomón para que su hijo se quedara, Menelik regresó a Etiopía. La tradición cuenta que, seducido por sus ayudantes, se llevó consigo el arca (algunas teorías postulan que para poder llevarse el arca existió un posible cambio del arca original por el de una copia del arca que Menelik debía llevarse; siendo posiblemente que esa copia sea el arca que se dice fue ocultada en Jordania; otras teorías, en cambio, postulan la posible existencia de dos arcas originales o que tenían la misma importancia, en donde en cada una se guardó posiblemente una de las Tablas de la Ley, siendo una de ellas la que fue llevada a Etiopía).


Posteriormente los relatos indican que permaneció primeramente en un templo en la isla de Elefantina cerca del río Nilo. Luego se relata cómo el arca de la Alianza habría sido colocada en una especie de tabernáculo en la isla de Tana Cherkos (Tana Kirkos), ubicada en el lago Tana (lago Tano), donde permaneció durante 800 años.



Los relatos señalan que pasado estos 800 años, el rey Ezana de Etiopía decidió trasladar el arca a Axum, siendo finalmente guardada en la Iglesia de Nuestra Señora de Sion. Según los etíopes, es el lugar en donde hasta hoy en día aún permanece y es cuidada por un sacerdote. Este sacerdote, según sus tradiciones, sería un descendiente de uno de los levitas, quienes ayudaban a trasladar y cuidar el arca en sus viajes. Este sacerdote es la única persona a quien se le permite ver el arca de la Alianza guardada en la iglesia de Nuestra Señora de Sion, al igual que ocurría con los levitas según la tradición judía; es por ello que no se ha podido ratificar su permanencia real en esta iglesia, aunque todas las pruebas arqueológicas indicarían que esta teoría sería auténtica. Entre las variadas pruebas arqueológicas, hay reliquias pertenecientes al pueblo judío de la época del arca, y que pertenecerían al templo de Jerusalén.




Esta última teoría además se sustenta en que extrañamente el arca es el punto central del culto y la adoración cristiana en Etiopía: cada uno de los 20.000 templos de Etiopía contiene una réplica del arca de la Alianza. El libro sagrado de Etiopía, el Kebra Nagast cuenta la historia del traslado del arca, gracias a Menelik I. Cuando el Rey Salomón se dio cuenta del robo pensó en enviar un ejército a perseguir a su hijo, pero él también soñó que era la voluntad de Dios y mantuvo la desaparición del arca en secreto. La versión respecto a Makeda y Salomón, en la tradición judío ortodoxa de la falasha de Etiopía, es prácticamente idéntica a la del Kebre Negest. A pesar de ser una historia desestimada por los historiadores occidentales, los etíopes la aceptan sin dudar. Están convencidos que el arca original fue llevada a Axum en el primer milenio antes de Cristo y que permanece ahí desde entonces.


Recientemente, el Abune de Etiopía (Iglesia ortodoxa etíope) afirma haber visto el Arca de la Alianza.



Escondida en el Pozo del Dinero en la Isla del Roble






Una teoría (de la que no hay muchas pruebas) asegura que después de la Tercera Cruzada, los Caballeros Templarios (lo más probable es que haya sido un grupo francés de esta orden) se la habrían llevado a Escocia, donde la familia noble Sinclair, los habría ayudado a llevarla a un lugar más alejado y por tanto más seguro. Este lugar sería una isla cerca de Nueva Escocia llamada Isla del Roble o Oak Island (en inglés). En esa isla se encuentra un pozo, apodado el pozo del dinero, famoso por la inaccesibilidad de su fondo (donde podrían encontrarse variadas cosas, desde los manuscritos originales de William Shakespeare, las joyas de María Antonieta, el Santo Grial, un tesoro de Barbanegra o, como plantea esta teoría, el arca de la Alianza) y el misterio que lo rodea, ya que nadie sabe con certeza quién lo construyó o cuándo, aunque se propone que fueron integrantes de la flota naval francesa, cosa que sería viable dada la gran influencia templaria en esa zona (siendo una de las principales pruebas, que el último caballero templario de la historia Jacques de Molay , fuera francés).




Oculta debajo del Monte de la Calavera en Jerusalén






Ron Wyatt (1933-1999), un arqueólogo bíblico aficionado famoso por afirmar haber descubierto numerosos lugares y artefactos relacionados con la arqueología bíblica, la ubica en lo que se denomina el Jardín de la Tumba, en el Monte de la Calavera de Jerusalén. Aunque sus numerosos descubrimientos han sido desmentidos por científicos, historiadores y eruditos bíblicos, el trabajo de Wyatt sigue teniendo algunos seguidores entre grupos fundamentalistas cristianos.





Curiosidades


Una explicación a las muertes que sufrían las personas que tocaban el arca puede deberse a la forma que estaba hecha: Placas de oro por dentro y fuera, separadas por madera de acacia; lo que es muy similar a un Condensador eléctrico formado por un par de superficies conductoras separadas por un material dieléctrico. En un entorno seco, puede acumular mucha electricidad estática. Esto explicaría las muertes de los filisteos nombradas anteriormente y el texto:


"6:6 Cuando llegaron a la era de Nacón, Uzá extendió su mano hacia el arca de Dios y la sostuvo, porque los bueyes habían resbalado. 6:7 Entonces la ira del Señor se encendió contra Uzá, y Dios lo hirió allí mismo por ese error. Así él murió junto al arca de Dios."
2ª de Samuel, cap. 6.



Curiosamente el arca se transportaba con varas de madera (aislantes) por sacerdotes vestidos con un Efod. Los sacerdotes tenían una cadena de oro lo que se ha interpretado como forma de disipar a tierra la energía.

  •         La denominación "arca de la Alianza" se aplica simbólicamente a la Virgen María en las letanías lauretanas.
  •          Hay mucho misticismo con respecto a las diversas y posibles ubicaciones del arca. Se manejan teorías o hipótesis tan variadas como que posiblemente se encontrase cerca de Roma tras el saqueo de Jerusalén por parte de los romanos, y de ahí se conservase o se hubiese sustraído hacia Francia. E incluso que hubiese sido conseguida posteriormente de Jordania por los templarios en sus excavaciones, tras habérsela ocultado a los romanos, y de nuevo los templarios colocaran ésta en distinto paradero.
  •         La película Raiders of the Lost Ark (En busca del arca perdida) se basa en la búsqueda del arca por el aventurero Indiana Jones, el cual la descubre escondida cerca de El Cairo, Egipto.






 VIDEO DEL ARCA DE LA ALIANZA












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