miércoles, 17 de octubre de 2018

CATEQUESIS SOBRE LA EUCARISTÍA

EUCARISTÍA




El Papa Francisco nos recuerda que el vivir el memorial en la celebración de la Eucaristía es una invitación para prolongar el recuerdo vivo del sacrificio hecho por Cristo en favor de la humanidad. De hecho, sus gestos y palabras deben ser el principio de la tarea en Él mismo nos ha encomendado cuando decidió salvaguardar a los más pobres y marginados. Que nuestro quehacer misionero cuente con la construcción del proyecto de Dios para que seamos idóneos y responsables a la hora de vivir el encuentro con Jesucristo conservando la unidad de la Iglesia.



Continuando con las Catequesis sobre la misa, podemos preguntarnos: ¿Que es esencialmente la misa? La misa es el memorial del Misterio pascual de Cristo. Nos convierte en participes de su victoria sobre el pecado y la muerte y da significado pleno a nuestra vida.






Por esto, para comprender el valor de la misa debemos ante todo entender entonces el significado bíblico del memorial. En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes  y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez que es celebrada la Pascua, los acontecimientos del Éxodo se hacen presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos. Catecismo de la Iglesia Católica (1363). Jesucristo, con su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión al Cielo llevó a termino la Pascua. Y la misa es memorial de su Pascua, de su éxodo, que cumplió por nosotros, para hacernos salir de la esclavitud e introducirnos en la tierra prometida de la vida eterna. No es solamente un recuerdo, no es más: es ha sucedido hace veinte siglos.



La Eucaristía nos lleva siempre al vértice de las acciones de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido para nosotros, vierte sobre ustedes toda la misericordia y su amor, como hizo en la cruz, para renovar nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos. Dice el Concilio Vaticano II: ''La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces  se celebra en el altar el sacrificio de la cruz, por medio del cual '' Cristo, que es nuestra Pascua, ha sido inmolado'' (Cost. Dogm. Lumen gentium. 3). Cada celebración de la Eucaristía es un rayo de ese sol sin ocaso que es Jesús resucitado.     






Participar en la misa, en particular el domingo, significa entrar en la victoria del Resucitado, ser iluminados por su luz, calentados por su calor. A través de la celebración eucarística el Espíritu Santo nos hace participes de la vida divina que es capaz de transfigurar todo nuestro ser mortal. Y en su paso de la muerte a la vida, del tiempo a la eternidad, el Señor Jesús nos arrastra también a nosotros con Él para hacer la Pascua. En la misa se hace Pascua. Nosotros, en la misa, estamos con Jesús, muerto y resucitado y Él nos lleva adelante, a la vida eterna. En la misa nos unimos a Él, Es màs, Cristo vive en nosotros y nosotros vivimos en Èl: '' Yo estoy crucificado con Cristo dice San Pablo y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi:  la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amò y se entrego por nosotros mi (Gàlatas 2, 19-20). así pensaba Pablo.


 





















    

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