CAMINO A LA CASA DEL PADRE
La Iglesia, desde sus inicios, no ha dejado de sembrar en el corazón de sus fieles el Amor infinito de Dios que se manifestó plenamente en su Hijo Jesús. Claro está que de la mano del Padre está el Espíritu Santo, que conduce a la feligresía a conmemorara el Misterio de la Pascua, que en la Resurrección llega a su plenitud porque la muerte ha sido vencida y la vida ha sido recreada por Aquel que se hizo Luz y Salvación para todo el genero humano.
Justamente, la Cuaresma viene a ser ese tiempo precioso de preparación para la Pascua, el cual, durante cuarenta días, por acción del Espíritu Santo, nos conduce por el desierto para descubrir el camino a través del cual podemos llegar a una total configuración con Jesús, el Mesías prometido por el Padre.
El hecho de que el Verbo de Dios siga vivo es lo que nos impulsa a vivir con toda intensidad la Cuaresma, porque su Presencia en medio de su Iglesia y del mundo reclama de parte nuestra coherencia, cualidad que debe ser clara consecuencia de nuestra condición de Bautizados; no obstante, la cotidianidad nos muestra que lo que vivimos es contrario a lo que debiera ser, razón por lo cual, en su calidad de madre y maestra, la Iglesia exhorta a toda su grey a buscar con total disposición la conversión, Esta invitación se entiende como un combate espiritual que nos lleva a enfrentar nuestra realidad de miseria y pecado con la Palabra de Dios, por medio del ayuno, la oración y la ofrenda.
Al igual que la materialidad de la vida, el desierto es un lugar de paso (provisional), en el cual aprendemos a peregrinar según la ruta que ha trazado el mismo Creador para alcanzar la tierra prometida que no está en el mundo, sino en las moradas eternas. la inclemencia del desierto que vivió el pueblo de Israel denota un tiempo de crisis en el que Dios interpela a su pueblo para que se purifique y vea con conciencia hasta que punto la fidelidad alcanza para no caer en tentación en medio de la hostilidad y las dificultades. Por eso hablamos de conversión en medio de la tentación, en otras palabras, dialogamos con Dios de la necesidad, en medio de la realidad, de no dejar que la superficialidad de la vida nos lleve a olvidar que no solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4, 4).
Asimismo, peregrinar exige escuchar cuidadosamente, es decir, leer atenta y pausadamente la Palabra de Dios para que nos interpele, nos confronte y nos mueva a tomar una decisión fundante: seguir a Jesucristo, el Señor. La lectura de la Palabra debe hacerse en un ambiente de oración para que lo leído no sea letra muerta y la voz de Dios pueda llegar a calar de tal manera en nuestro ser que la conversión deje de ser una simple invitación y se transforme en un objetivo claro y permanente en nuestra existencia.
Por otra parte, somos tentados en nuestro deseo de poder y de tener, pero el ayuno y la posibilidad de entregar algo de nosotros llevan a pensar que no estamos solos y que la realidad del otro puede llegar a ser mucho más difícil que la nuestra.
¿Que alegría puede superar el hecho de encontrarse cara cara con Aquel que nos amó hasta el extremo? La dimensión ascética de la penitencia cuaresmal nos lleva a ver al otro con detenimiento. No se trata de una individualidad mezquina que trabaja para satisfacer sus propias necesidades, sino de la que se conjuga para que la comunidad encuentre el camino hacia la contemplación del Padre, que en su Hijo Jesús se hace Sacrificio y en el Espíritu Santo, Esperanza. El ayuno cobra sentido cunado, acompañado de la oración, repercute en el llenar una mesa que por muchos días no ha tenido alimento para suplir el hambre de una familia o cuando abastece el cuerpo de aquel que por su limitación física no puede trabajar para recibir un sustento digno y permanente, ¿con que otro Rostro del Padre, nos queremos encontrar?
La cuaresma nos invita a interpretar la vida y a ver nuestras fatigas, nuestras luchas y, por que no decirlo, nuestras miserias. No podemos hacernos a un lado ni desconocer la realidad que se hace visible a nuestro paso y que de una u otra forma nos llama a tomar partido; razón por la cual nos preparamos para recibir con esperanza la Pascua y en ella entrever lo que será la vida futura.
Nos preparamos para recibir una recompensa, claro está, sin dejar de lado nuestras realidades. No se trata de un aislamiento de cuarenta días, sino de una peregrinación que implica la integralidad de la persona y de su entorno, donde el otro tiene razón de ser y cobra mayor sentido. Esto se logra cuando me desprendo de mi mismo y dejo que el Amor de Dios inunde mi existencia y la de aquel que camina conmigo y que tiene necesidades aún mayores que las mías. Caminemos hacia la casa del Padre, con la convicción de que el camino tiene altos y bajos que son necesarios para que la obra de Dios sea completa y nuestra felicidad absoluta.
PARA TENER EN CUENTA EN
EL TIEMPO DE CUARESMA
- Duración: el Tiempo de Cuaresma se extiende desde el Miércoles de Ceniza hasta la celebración de la Cena del Señor.
- Particularidades: El altar no se adorna con flores, el canto debe ser sobrio e invitar a la penitencia. El Gloria y el Aleluya se suprimen hasta la Vigilia Pascual. (Excepciones: se canta o se dice el Gloria, mas no el Aleluya, en las Solemnidades de San José y de la Anunciación). El color litúrgico es el morado.
- Disposiciones para la abstinencia y el ayuno: La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años (están exentos los enfermos). Cuiden, sin embargo, los pastores de almas y los padres que también se formen en un autentico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia.
- Comunicación Cristiana de Bienes: Para el inicio del Tiempo de Cuaresma, el Papa Francisco nos exhorta a adoptar como estilo de vida el ayudar a los más necesitados:'' El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es nuestro hermano: nunca lo que tengo es solo mio. Cuánto desearla que la limosna se convierte para todos en un autentico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiéramos el ejemplo de los Apóstoles y viéramos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia''. La comunicación Cristiana de Bienes busca afirmar el valor de las obras de misericordia, espirituales y corporales, como expresión de comunión, fraternidad y hermandad.
- Miércoles de Ceniza: 6 de marzo; día de ayuno, abstinencia y de obras de caridad; comienza la Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes.
- Viernes: días penitenciales y de abstinencia; son los días 8, 15, 22 y 29 de marzo y los días 5 y 12 de abril.
- Marzo 31: domingo ''Laetare''. ( Nos alegramos porque ya está cerca la Pascua y lo que la antecede). El color litúrgico de este día es el rosado.
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