EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA
P.P. FRANCISCO
Observación: Esta bula (documento oficial del Papa), tiene por motivo convocar el jubileo de la Misericordia, que inicia el 8 de diciembre de 2015, día de la inmaculada Concepción (encarnación de la Misericordia), y termina el 20 de noviembre de 2016 (Jesucristo Rey Universal).
Lema del jubileo:
''SEAN USTEDES MISERICORDIOSOS, ASÍ COMO SU PADRE ES MISERICORDIOSO''.
LUCAS 6, 36.
SÍNTESIS
El rostro de la misericordia es Jesucristo. Él con su vida, palabras y acciones, demuestra la misericordia de Dios (1). La misericordia es el acto último con que Dios sale al encuentro del hombre; por lo tanto, es el punto de encuentro entre Él y nosotros (2).
La Iglesia, como continuamos de la obra del Señor, debe ser testigo de la misericordia de Dios, que siempre es más grande que el pecado humano (3). Por lo tanto, la Iglesia está llamada a purificarse constantemente para mostrar al mundo el rostro misericordioso del Señor. Nada puede haber en ella que contraríe este amor primero.
Desde esta perspectiva, toda doctrina y estructura en la Iglesia debe servir a la persona humana integral, y no solo una parte de ella (cuerpo y alma) (4).
Por otra parte, el Papa recuerda que la Iglesia es Sacramento Universal de Salvación, por lo que su misión y servicio debe romper las fronteras del catolicismo, para llegar a la humanidad entera. ''A todo hombre, sea creyente o no, debe llegar la misericordia de Dios'', que todo lo hace nuevo (5). No podemos confundir misericordia con debilidad o complicidad, sino con un amor que busca la superación de la persona y su progresivo crecimiento (6). El Antiguo Testamento es un fiel reflejo de esto, tanto que el Dios que nos presenta es un Señor paciente y misericordioso que siempre llama la conversión a un pueblo que cae en la idolatría (7).
Desde esta perspectiva, toda doctrina y estructura en la Iglesia debe servir a la persona humana integral, y no solo una parte de ella (cuerpo y alma) (4).
Por otra parte, el Papa recuerda que la Iglesia es Sacramento Universal de Salvación, por lo que su misión y servicio debe romper las fronteras del catolicismo, para llegar a la humanidad entera. ''A todo hombre, sea creyente o no, debe llegar la misericordia de Dios'', que todo lo hace nuevo (5). No podemos confundir misericordia con debilidad o complicidad, sino con un amor que busca la superación de la persona y su progresivo crecimiento (6). El Antiguo Testamento es un fiel reflejo de esto, tanto que el Dios que nos presenta es un Señor paciente y misericordioso que siempre llama la conversión a un pueblo que cae en la idolatría (7).
Esta paciencia y constancia de Dios llega a su plenitud en Jesucristo, especialmente en su Pasión, Muerte y Resurrección, donde nos acoge a todos no por mérito, sino por pura iniciativa suya (7). Todo en la vida del Señor Jesús es muestra de su misericordia, no de condenación o exclusión (9). Para dar un ejemplo de esto, el Papa nos propone tres parábolas: Lucas 15, 1-32; Mateo 18, 22; 18,33.
Como se mencionó anteriormente, la Iglesia debe demostrar la misericordia en todo momento, tiempo y lugar. Nosotros los bautizados debemos encarnarla en nuestros ambientes. La misericordia es, por lo tanto, una exigencia de la cristiana: ''primero la recibimos para luego darla'' (Mateo 5, 7). De esta manera, podríamos considerarla como una bienaventuranza.
El mundo ha olvidado el rostro de la misericordia por seguir ídolos que solo crean dolor y sufrimiento: solo se necesita ver la pobreza y la necesidad que atraviesa el mundo para comprobar que algo esta fallando. Una adecuada vivencia de la misericordia ayudará a la credibilidad del mensaje cristiano en nuestro tiempo (Lucas 6, 36). Ahora bien, para ser como Jesús, debemos conocer su vida y sus palabras, es decir a Jesús lo que nosotros mismos pensamos.
Este llamado personal que nos exige la misericordia no llega a nosotros de repente, sino que se va realizando poco a poco, gradualmente, de igual forma que nuestra conversión. Nadie es completamente misericordioso de un día para otro. Este crecimiento gradual implica una aguda atención por las ''periferias existenciales'' (no solo pobreza), en las que se encuentra el ser humano, es decir, un compromiso social concreto (Romanos 12, 8).
Con esto nos damos cuenta que la Misericordia es misionera, y que implica a todas las capas y realidades sociales, no solo la Iglesia en si misma. aquí se comprende porqué la relación justicia-misericordia es inesperable, antes bien, la una implica la otra, siempre en clave de crecimiento en el amor. es el amor el que evita que la justicia degenere en legalismo y que la misericordia se convierta en permisivismo.
Si tenemos presente que justicia y misericordia van la mano, comprenderemos que estas dos actitudes se encarnan en la vida concreta de la persona y en el seguimiento que cada uno hace de Jesucristo ( Filipenses 2, 16; 6,6). esto se puede llamar '' conversión'' vuelta a Jesucristo.
Hermanos, no limitemos la misericordia de Dios; motivemos una conversión gradual en cada uno de nosotros, teniendo claro que Dios siempre está esperando que dejemos el pecado y nos acerquemos a su presencia. Dejemos de pensar que el amor de Dios es algo abstracto, y comencèmosle a dar rostro concreto con cada una de nuestras acciones, tal y como lo hizo la Santísima Virgen Marìa, quien siempre dijo '' Si'' a la Voluntad del Padre.
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