jueves, 17 de septiembre de 2015

LA ESCUELA DE LA MISERICORDIA



'' Bienaventurados los misericordiosos, por que ellos alcanzarán misericordia'', Mateo 5,7



Hermanos, comencemos por citar unas iluminadoras palabras del Papa Francisco: ''¡ tengan confianza en la fuerza de la Cruz de Cristo! Les pido que den testimonio convincente del mensaje reconciliador de Cristo en sus casas, en sus comunidades y en todos los ámbitos de la vida nacional'', este mensaje lo dirigió a Corea el 18 de agosto de 2014, una nación  que hace más de  60 años vive la experiencia de la división y conflicto.

estas palabras nos tocan y exhortan, pues Colombia también, desde hace más de 60 años, vive en una situación de conflicto y desesperanza cada vez mayor; vivimos inmersos en una realidad desbordante de violencia, cada vez más deshumanizadora y cruel. en esta realidad, es urgente creer en el poder transformador del Evangelizador, de la Buena Nueva que nos trajo Jesús de Nazaret, creer en Su misericordia y en el poder de la reconciliación: ''sin el perdón, la paz no es posible'' (Monseñor. Jose Alejandro Castaño, Obispo de la Diócesis de Cartago) . El perdón es necesario para una convivencia humana digna; se hace necesario en esta hora historica de nuestro país exhortar a Colombia, a todo creyente católico y no católico, a que tengan la valentía y el heroísmo del perdón.


La Iglesia Colombiana  a tràvez del Departamento de Doctrina y Animación Bíblica, coloca a disposición de las parroquias y los diversos grupos y movimientos eclesiales la cartilla denominada '' La Escuela de la Misericordia'',  que contiene 12 encuentros  o círculos bíblicos, los cuales presentan la linea ascendente de la misericordia, desde Cain, pasando por las leyes de venganza y exterminio, pasando por la ley del taliòn como ley de equidad y por la voz de los profetas, que recordaban la misericordia de Dios, hasta llegar a Jesús, ' el rostro vivo de Dios misericordioso', quién compromete a sus  discípulos en el testimonio de ser misericordioso (Mons. Daniel Caro Borda, Obispo de la Diócesis de Soacha). Un material rico en la construcción de la paz, y la ambientación del año jubilar Extraordinario de la Misericordia.


Como hijos de Dios y discípulos creíbles de Jesús, estamos llamados a colocar todo lo que sea necesario en la vivencia del Evangelio, que nos exhorta sin vacilaciones a descubrir la misericordia de Dios y a ponerla en practica. El camino no permite aguas medias o tibias, sino que nos exhorta a la radicalidad de ser capaces de perdonar no desde nuestras convicciones, a veces mal formadas, sino desde las enseñanzas de Jesucristo. Es necesario percibir que la Misericordia de Dios no es un sentimentalismo sutil que no compromete ante todo, de una actitud permanente de vida, que desarrolla la capacidad de perdonar y de amar incluso a aquel a quien creemos que no lo merece.

Nos recuerda Mons. Daniel Caro que '' el cristianismo es la religión del amor y del perdón. De estas realidades, la más difícil es el perdón. Y del perdón, quizás más fácil, pedirlo que darlo. ¿perdonar? ¡ Eso es debilidad! Nos interrogamos: ¿que es perdonar?, ¿en que consiste el perdón?  Es difícil definirlo, pues va más allá de la justicia;  no la quita, simplemente está más allá, es algo que llega al mismo corazón del perdonado, pues nace del corazón de quien lo perdona. No nace de la reflexión, ni de los argumentos, ni de las leyes.

El perdón se da gratuito, nadie puede obligarnos a perdonar. Nada tan personal como el perdón. El perdón me hace 'obrar a la manera de Dios'. El perdón nace de lo profundo y llega a lo profundo. Afecta a toda la persona. Que misterio tan humano, tan personal, tan íntimo. Parece que el perdón nace con nosotros y solo lo encontramos cuando somos capaces de reconocer la dignidad del otro y reconocemos el 'poder' que tenemos de redimirlo, de salvarlo. Tan fácil es reconocer el poder que tenemos para destruir al hermano; nos demoramos en reconocer el poder de redimirlo; a veces no creemos en este poder''.



El verdadero perdón ha de ser una convicción firme y una actitud permanente, que ''crea una nueva relación'' entre las personas. De ahí que la persona que perdona debe tener estas convicciones:



  1. Jamás le haré daño a quien he perdonado. Es la forma de quitar el deseo de venganza 
  2. Tampoco le deseare el mal. Incluso, de lo contrario, permanecerá el sabor amargo de la ofensa o el mal recibido, aunque se haya perdonado.
  3. Estoy dispuesto hacerle el bien a quien he perdonado. Incluso, seré capaz de trabajar por y con él. siempre buscaré hacerle el bien.   
  4.  Estoy dispuesto a sufrir por quien he perdonado. Esta actitud es la que Cristo nos enseñó, Él no sólo sufrió, dio su vida para que otros tuviesen '' vida plena''.    
  5. Encomendar a Dios a quien he perdonado. Debo pedir que Dios lo bendiga.   


Estoy convencido de que, en la medida que nos dejemos tocar por la Evangelio, aceptemos a Jesús en nuestras vidas y vivamos sus enseñanzas de manera heroica, comenzaremos a sentir el acontecer de épocas distintas. El Señor nos pide luchar por hacer posible un tiempo de auténtica paz y de un gran amor y alegría para todos.



Es la hora de confiar en la fuerza de la Palabra, de vivir como auténticos hijos de Dios, practicando Su misericordia, para dejarnos transformar por su poderosa acción. Solo desde esta experiencia, podemos llegar a ser misioneros, ser testigos de la misericordia y del perdón de nuestro Dios bondadoso. El cristiano católico no se puede quedar solo en recibir, es necesario pasar al dar, al hacer, al vivir, es hora de volver a leer las palabras del Papa Francisco para ponerlas en practica: ¡ tengan confianza en la fuerza de la Cruz de Cristo! Les pido que den testimonio convincente del mensaje reconciliador de Cristo en sus casas, en sus comunidades y en todos los ámbitos de la vida nacional''.






Pbro. Jorge E. Bustamante Mora.   

Director Departamento de Doctrina y Animación Bíblica

Conferencia Episcopal de Colombia.







        

   

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