miércoles, 23 de septiembre de 2015

SEPTIEMBRE: MES DE LA SAGRADA ESCRITURA

LA OPORTUNIDAD INDICADA PARA ACERCARNOS AL QUERER DE DIOS




'' Del mismo modo que descienden la lluvia y la nieve de los cielos, y no vuelven allí de vacío, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar para que dè simiente al sembrador y produzca pan para comer, asì será la palabra de mi boca: no tomará a mi de vacío, pues realizará lo que me he propuesto y será eficaz  en lo que le mande''. Isaìas 55, 10-11.


Hermanos, la Palabra de Dios y los Sacramentos son las ''columnas'' que sostienen nuestra fe; por eso, tenemos que darles el lugar que les corresponde en nuestra vida. en este mes de septiembre, la Iglesia nos invita a volver nuestra mirada a la palabra de Dios, no solo para tener un ''conocimiento intelectual de Ella'', sino para conocer lo que el Padre quiere de nosotros aquí y ahora. Nuestra relación con la Sagrada Escritura debe llevarnos gradualmente a la conversión y a la configuración con el proyecto del Señor, que implica necesariamente a la Iglesia  y al mundo.


En este mes se da especial realce a la Sagrada Escritura por tres razones:


  1. El 30 de septiembre se celebra la Memoria Obligatoria de San Jerónimo de Belén (420 d.c)  un hombre de fe que entregó toda su vida y sus capacidades para traducir la Palabra de Dios del griego al latín, permitièndole   a todo el mundo occidental conocer el testimonio escrito de la acción de Dios en la historia. De traducción, que se conoce como ''vulgata'' , serían traducidas muchas de las Biblias que conocemos hoy en día.
  2.  El 26 de septiembre del año 1569 se terminó de imprimir la primera Biblia traducida al español; fue un esfuerzo adelantado por Casidoro de Reina. a esta traducción se le conoce como la ''Biblia del Oso'', por que en su cubierta había ilustrado un oso comiendo miel.
  3. En varios países de América Latina, como por ejemplo Chile, Venezuela y Argentina, se celebra la semana de Biblia en la ultima semana de este mes de septiembre.



Hermanos, la Palabra de Dios no fue escrita para ser guardada como una ''reliquia'', en una biblioteca o en una mesa; todo lo contrario, se puso por escrito para ser leída, para dar un mensaje de esperanza y para dar testimonio del amor que Dios tiene por su Creación, No permitamos que se deje a un lado La Palabra del Señor en nuestros hogares y comunidades; esforcémonos por estudiarla, orarla y practicarla en todo momento, por ejemplo, antes de consumir los alimentos o en el encuentro con la comunidad. la Palabra de Dios es luz y guía de nuestros pasos, de lo contrario, será un libro más que nada le dice a nuestra vida.




El Sermón a los Hebreos ( 4, 12-13) nos enseña que la palabra de Dios no se debe aislar de la vida de la persona o de la comunidad, sino que Ella tiene que estar siempre en el centro de nuestra vida, impregnándolo todo con el mensaje de Dios. Propongàmonos  leer uno o dos versículos diarios de la palabra de Dios, no para querer memorizarlos, sino con el corazón inquieto por conocer lo que Dios quiere de nosotros. De ser posible, hagàmoslo en familia y dejemos que los niños sean quienes la proclaman para que se cultive en ellos el amor por el texto sagrado. Nos dice el Papa Francisco: '' la familia crece, camina, con la luz y el poder de la Palabra de Dios''. Recordemos lo que nos promete el Señor en el Evangelio: '' porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos'' (Mateo 18, 20).


Amados hermanos, que este mes sea para cada uno de nosotros la oportunidad perfecta, no solo para acercarnos a la Biblia, sino para crecer en fidelidad al Señor Jesucristo, Palabra hecha carne (Juan 1, 18). Conocer la Sagrada Escritura nos hace crecer como seguidores de Jesús; a mayor conocimiento, mayor responsabilidad. Un ejemplo claro de esto lo encontramos en el Evangelio de San Marcos: ''Maestro bueno, ¿que  debo hacer para tener en herencia vida eterna? Jesús le dijo: ¿ por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios...''  (Marcos 10, 17-23).



ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS 

  





Hermanos, siempre debemos tener la Palabra de Dios en el centro de nuestra vida, lo que implica tener al Señor presente en nuestro hogar, trabajo y comunidad. No permitamos que la indiferencia nos gane la partida; nunca es tarde para cultivar la fe en nuestros ambientes:




PREPARACIÓN:

Dispongamos un lugar digno para colocar la Sagrada Escritura, que preferiblemente esté en el centro de donde nos vamos a reunir, a la vida de todos. Podemos adornar la mesa con flores y telas blancas.

Como es un encuentro alrededor de la Palabra de Dios, recomendamos que cada una de las personas que participan en la oración tengan una Biblia para leer y meditar los textos proclamados en los momentos de oración personal.

De ser posible, iniciemos este momento con un canto referido a la Palabra del Señor: tu Palabra me da vida, Esta es la luz de Cristo, Sopla tu viento, etc.




MOTIVACIÓN Y PROCESIÓN DE LA BIBLIA  






Se inicia el momento: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Estando todos reunidos y dispuestos para el encuentro, uno de los integrantes de la familia o de la comunidad entra con la Biblia elevada en las manos para que todos la vean, Mientras tanto, se entona un canto adecuado.

Al llegar al lugar dispuesto, se hace una pausa mientras se recitan las siguientes oraciones:


Oración (Dirigente): al reunimos hoy para escuchar, meditar y alabar tu Palabra, Señor de bondad, te damos infinitas gracias por todas las bendiciones que derramas en nuestra vida, especialmente, en este momento en que nos disponemos a entronizar tu Palabra, rogándote que nos concedas tu sabiduría para hacerla vida, transformándonos en signos de tu Presencia en el mundo. Amén.

Oración (todos juntos a un voz): ¡ oh Dios!, que has instruido a tus fieles con tu palabra, iluminando sus corazones con la luz del Espíritu Santo, concédenos obtener por el mismo Espíritu, el gozar del bien y perseverar en tus enseñanzas. ¡Oh Espíritu Santo!, guíanos para encontrar, en la Sagrada Escritura, la luz y la fortaleza que necesitamos en nuestras vidas para ser verdaderos testigos del Señor. Amén.



Se coloca, con mucho amor, la Biblia en el lugar destinado, abierta en la lectura que se va a proclamar en el día.





Lectura Bíblica: debe ser preparada con anterioridad, proclamándose de manera pausada, vocalizada y de ser posible, por una persona distinta, cada lectura. Todos toman asiento y buscan en sus Biblias los textos indicados. Proponemos como textos bíblicos:

Isaias 55, 10-11.
Salmo 119 (118), 41-50
Hebreos 1, 1-4; 2 Timoteo 3, 10-17.
Mateo 4, 1-4; 13, 3-8. 18-23.

Reflexión y meditación: Terminada la proclamación de las lecturas, se dejará un espacio de cinco minutos en silencio y oración, interiorizando el mensaje que se ha proclamado. Es recomendable que cada participante relea el texto que más le haya llamado la atención.


Terminado el momento de silencio, quien dirige la oración motiva al grupo para reflexionar sobre la Palabra de Dios. Después, quien dirige la oración cerrará con una corta reflexión.




PRESENTACIÓN DE PETICIONES 








Después de haber compartido el Pan de la Palabra, en actitud de oración, cada uno de los integrantes le presenta a Dios sus intenciones personales y familiares. Quien dirige la  oración pedirá por el Papa y por la Iglesia. A cada súplica respondemos ''Señor de bondad, escúchanos''.


Momento de la paz y del compartir:


Terminada la presentación de nuestras peticiones. oramos el '' Padre Nuestro'' y nos damos la paz, deseándonos que la Palabra del Señor de frutos en nuestras vidas. Este momento puede ser acompañado por un canto y un compartir sencillo.




Consagración a la Santísima Virgen Marìa:  

Amada Maria, Tù que llevaste en tu vientre a la Palabra Encarnada de Dios, protege nuestra vida, familia y trabajo para que la Palabra que escuchamos no se pierda, sino que abundante fruto. No permitas, te lo pedimos, que nos olvidemos de las promesas del Señor e instrùyemos con tu ejemplo para cumplir todo lo que el Padre espera de nosotros. Amén. ( Tres Ave Marìas y un Gloria).





Se termina la oración: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.





''UNA BIBLIA EN CADA HOGAR''.
Papa Francisco
     


  

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